notations casi musicais à propos de la göttliche superbia del translator che non se stanca de tropezarEl traductor aprende las lenguas en desorden
renuncia al orden alfabético
se acerca con recelo a los diccionarios
(los bilingües son anoréxicos)
se enfrenta a la excitante (lo difícil excita) tarea de recrear atmósferas
husmea en los estantes de la biblioteca y de su imaginación
con la memoria escarba en la infancia de las palabras
(memoria biológica, afectiva, mental, psíquica, se lee en Giacinto Scelsi)
rompe amarras aunque sea siervo libre de amor del texto que traduce
incide con buril de grabador
representa
reproduce un texto escrito y escribe un nuevo original
lee rememora entrelinea incorpora ronda merodea
tiene manías esquizoides
es el otro es el texto soñado por el otro es él quien sueña al otro y lo traslada
lo acuesta en la cuna lo mece
lo abriga le hace mimos lo adopta
(o lo pare, o lo pare, fuera de género)
lo pone momentáneamente fuera de la ley
se convierte él mismo en legislador del texto ya escrito
descifrar es arte próximo a la obsesión
contiene la epilepsia la locura divina
y entonces escribe desde el flechazo del texto leído
se enamora se muere de amor se sacude
las convulsiones están formadas de palabras en desorden
el caos viene se regodea en el caos altérase
pecaminoso altera el orden natural de las cosas
lee ajeno al dogma abandona el dogma se derrite se erige en
lector de nuevo lector al fin legislador
no hay moral que lo arredre
a no ser la moral que dicta el texto
(esa estética de lo bendito, de lo bien dicho, de la construcción, de las vigas, del soporte
bienhechor de las palabras)
el traductor es un gerundio
el traductor se llama Traduciendo
el yendo de aquí para allá
el trajinando
el tropezando que escribe
y hay que encontrar lo que no hay en la frase escrita en ese Idioma cualquiera
idear el idioma
tiene bemoles la cosa
sea el texto monocorde, dodecafónico, polifónico, vía de un solo sentido, contramano,
velocidad moderada,
au rebours, vértigo andante y
alegrettoTraduciendo musica (primera conjugación, tercera persona)
oscila entre lo melódico y lo melancólico
entre lo apelativo y lo peliagudo
se impregna entrando en la página como si fuese una partitura
tararea canturrea solfea (su voz peligra pero cantando aprende)
especialista en mudanzas, artista de la metáfora que es una furgoneta que traslada los
baúles (hay palabras que son baúles) los muebles los vestidos de la retórica la coloración de
las paredes los cristales empañados (también se los lleva, también) junto con las palabras dibujadas con el dedo en el cristal
cargando además con la fe de erratas donde dice debería decir, algunas notas por si las
moscas (musicales críticas etimológicas históricas amables colmadas)
porque Traduciendo asimismo dibuja (no a sí mismo, a lo otro, al otro), artífice fijador
de lo real que es ficción cuando no hay realidad posible ni ficción ajena, lo que dice el texto
es otra verdad que contiene otra verdad que se sale de la norma de la verdad fingida
norma horma, no la horma de su zapato, la horma en la que se unen extrañamente las
hormas de los pasos que en el mundo han sido pero que, aun así, al final, atando cabos y
cordones, preserva su número de calzado:
1) los zapatitos me aprietan
2) lucha con los borceguíes, como en
Esperando a Godot o
3) como Alicia, cuyo pie aumenta según o disminuye según
4) en fin, que no hay tienda que lo entienda a Traduciendo
y al final pone en escena el texto dibujo, el texto escritura, el texto musicado, y cuando
lo monta (ni tanto ni tan poco) dirige una pieza de teatro representable en la mente del
lector anónimo que dirá “qué bien escribe esta tía (¿o es tío?), cómo enlaza las frases, cómo
suena”, y habrá muchos que afirmarán “qué bien traduce esta editorial” y otro “léete este libro, amigo, lo han traducido en la imprenta de Rodrigo”, y no faltará el que babeando exclame
“¡qué ritmo, qué fluidez, qué llevadero!” acerca de un libro escrito por un quechua
(los quechuas, ya se sabe, escriben en la lengua que les impongan) o un checo (los checos,
además del eslovaco, conocen al dedillo el diccionario de la Real Academia Española)
una vez la escena puesta en marcha, el traductor, que es esencialmente soberbio y se ha
pasado horas, se ha destajado eligiendo músicas, líneas, zonas claras, zonas oscuras, pasos,
desplazamientos en el tablado de las páginas, gestos de nombre inasible, el traductor, o sea
Traduciendo, que además de soberbio padece de algún desorden mental que le hace tirar los
diccionarios por la ventana so pena (sí, Sopena) de olvidar todas las palabras de su lengua,
que ha hecho de lector, de crítico literario, de ratón de biblioteca, de ratita presumida, se da
cuenta, al salir a la calle, que todavía hay quien se atribuye el éxito de su empresa y no sólo
eso: le pide a Traduciendo que tenga paciencia, que ya le hará una transferencia.
Anda, traduce “transferencia” a todos los idiomas del mundo. Éxito de ventas: la editorial
Fulana Mengana ha traducido la primera novela escrita en tupí-guaraní. El tupí es muy
fácil: cuando dice “do” quiere decir “dónde va a parar”.
Tupi or not tupi, (se) debatían los escritores antropófagos brasileños. Cómprate un diccionario. Eso sí: bilingüe.
Mario Merlino (Buenos Aires, 1948),
Vasos Comunicantes (Revista de ACE Traductores), nº 35, 2006