«Posteriormente, a menudo lamenté la decisión [abandonar los estudios con 15 años para empezar una vida de obrero], sobre todo cuando vi que mis antiguos compañeros se situaban tan bien dentro del sistema. Sin embargo, yo sabía algo que ellos desconocían. En realidad, también yo me había situado bien, aunque en dirección opuesta, a lo largo de la cual había recorrido un tramo más largo. Una cosa de la que estoy especialmente complacido es de que logré atrapar a la «clase trabajadora» en su estadio auténticamente proletario, antes de que iniciara su conversión a la clase media a finales de los años cincuenta. Era un verdadero «proletariat» aquel que yo conocí en la fábrica donde, a los quince años, comencé a trabajar de fresador. Marx lo habría reconocido al instante. Ellos —o, mejor dicho, «nosotros»— vivían en apartamentos comunitarios, cuatro o más personas en una misma habitación, a menudo pertenecientes a tres generaciones distintas, durmiendo por turnos, bebiendo como tiburones, armando camorra entre ellos o con los vecinos en la cocina comunitaria, o en la cola matinal delante del retrete igualmente comunitario, pegando a sus mujeres con agónica determinación, llorando sin recato cuando Stalin cayó muerto, o en el cine, y jurando con tanta frecuencia que hasta una palabra normal como «aeroplano» le sonaba a un viandante casual como algo elaboradamente obsceno..., transformándose en un océano gris e indiferente de cabezas o en un bosque de manos alzadas en las asambleas públicas en favor de este o aquel Egipto.»
Joseph Brodsky, Menos que uno. Círculo de lectores; traducción de RoserVerdagué Costa.
Joseph Brodsky, Menos que uno. Círculo de lectores; traducción de RoserVerdagué Costa.