13 diciembre 2006
Walking Around
Sucede que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
navegando en un agua de origen y ceniza.
El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.
Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.
Sin embargo sería delicioso
asustar a un notario con un lirio cortado
o dar muerte a una monja con un golpe de oreja.
Sería bello
ir por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío
No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tapias mojadas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.
No quiero para mí tantas desgracias.
No quiero continuar de raíz y de tumba,
de subterráneo solo, de bodega con muertos
ateridos, muriéndome de pena.
Por eso el día lunes arde como el petróleo
cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche.
Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
a calles espantosas como grietas.
Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos
colgando de las puertas de las casas que odio,
hay dentaduras olvidadas en una cafetera,
hay espejos
que debieran haber llorado de vergüenza y espanto,
hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.
Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,
con furia, con olvido,
paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
y patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
calzoncillos, toallas y camisas que lloran
lentas lágrimas sucias.
Residencia en la tierra, de Pablo Neruda.
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7 comentarios:
Te mereces un diez por lo elegido, pero un cero por lo que tardas entre vez y vez que eliges.
Qué bueno, Reb, me trae tantos recuerdos esto. ¡Muac!
Y yo me acuerdo de Extremoduro. Dios, qué de tiempo hace de eso.
¡Menos mal que lo has dicho, Pablo!
Anoche le comentaba yo a Miguel, al respecto de este poema, que no podía evitar canturrear eso de "Sucede que me canso de mi piel y de mi cara", que no lograba quitarme la musiquilla del Robe mientras lo leía. Y que, qué antiguo, joder, cómo nos hemos alargado en el tiempo (y que quede más, claro, que siga, pero... qué escalofríos). Y pensaba: seguro que lo digo y la gente me contesta "ein???". Así que llegas tú y uf. Qué alivio. Gracias. ¿14 años, 15? Qué descaro.
Anécdota: hace un par de inviernos hice el experimento de leerles a mis enanos un fragmento de este Walking y después ponerles el temita de Extremoduro en una vieja casete. Y, L, tenías que ver las caras de espanto que me pusieron cuando sonó la primera guitarra, que sonaba como una de esas grabaciones de Gardel en las que el disco cruje. El tiempo es un pariente indeseable. Con la música, especialmente.
... pero reconozco que sonaba a psicofonía, el dichoso Robe.
Yo también me acuerdo de Extremoduro. El día que colgué la entrada me levanté con esa canción.
Lo siento por tardar tanto entre vez y vez!!!
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