Tengo una enorme colección de amantes.
Me consuelan y me aman y con ellos mi ego
se expande y extramuros alcanza la azotea.
Cuando estoy con cualquiera de ellos,
o con todos a la vez, siento la pesada carga
de millones de pupilas subidas a mi grupa,
y a mi oído lo acosan millones de improperios,
se habrá visto niña más desvergonzada / pobrecita,
Dios le libre del problema que suponen / habría
que encerrarlas a todas. Languidezco.
Quiero volar y volar y volar como Campanilla
-blanco y radiante cuerpo celestial,
pequeño cometa, pequeño cometa-
de la mano mis amantes, que dicen cosas bonitas
como estigma, princesa, miss cabello bonito, asteroide.
Todo sea por mis amantes, que no son dignos de elogio:
son minúsculos, y redondos, y azules,
azules o blancos, o azules y blancos,
y su boquita de piñón es invisible,
y para besarles introduzco a los pitufos
en mi boca, y para gozar de ellos
los trago, porque me sé mantis religiosa.
Quién soy, quién soy, ni siquiera sé quién soy.
Sólo los necesito cuando me desdoblo en dos,
cuando mi ego se encoge incomprensiblementee intramuros alcanza un punto mínimo,
cuando lloro demasiado o río demasiado,
y entonces los llamo y ellos,
decidme vosotros
quién soy, mi pequeño y urgente consuelo,
se adentran en mi boca sin dudarlo, complacidos,
y me recorren por dentro, y al fin sonrío, soy,
sonrío tras sus cuatro, cinco, seis besos azules,
un balanceo en mi regazo, la sonrisa desencajada,
quién soy ahora, quién soy realmente ahora,
quizá sea una muñeca de trapo, me toman prestada,
sonrío con sus besos fríos color pitufo, color papá pitufo,
besos de colores, ligero toque frío y plástico en mi lengua,
quién soy ahora, quién soy realmente ahora.
Les (sic) comparto con muchas otras, Sylvia, Anne,
ay mis amantes pluriempleados, no lo he dicho,
mis amantes que son minúsculos, redondos y azules,
apuestos príncipes de un cuento de hadas,
cuando hago como que duermo
creen que soy la Bella Durmiente,
y entonces quiebran el relato y me besan,
y son como cualquier beso que lo es para dormirse,
buenas noches pequeñas plásticas azules y blancas,
quién soy, ya no quiero responder, no sé quién soy,
y contradigo el cuento y mi sueño es más profundo,
y no quiero despertar, no quiero, sólo quiero más
besos azules, quién, besos blancos,
besos porque mi ego tambalea en el centro de mi estómago,
quién soy, besos redondos o cilíndricos,
no importa quién soy, quién soy realmente,
falo químico para mi sonrisa, quién soy ahora,
falo químico de colores para mi cabeza baja.
Elena Medel (Córdoba, 1985), Mi primer bikini (2002)
09 enero 2007
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15 comentarios:
"Grabo versos de colores fríos
en tu piel, de arquitrabe a basa,
y les llueve y los diluye, y compruebo
que la lluvia suena como hacen al caer
las canicas brillantes y naranjas
que cambiaba en el patio del recreo,
poco antes de calzar mi primer bikini."
yo con 15 años casi casi seguía cambiando canicas, y en cuanto al bikini- ni lo necesitaba todavía... y la tía publicando poemarios.
¡Qué bien que hayas puesto este poema y a esta poeta, Pablo!
Y tú, Olka, a tus quince años ya estabas preparándote para abrirme el pecho a la Szymborska y a Herbert. Y a todos los que vendrán gracias a ti (ya te tengo un altarcito). Y supongo que seremos muchos los que por estos sitios hemos aprendido con los caminos que abriste. Pero esos poemas que no estaban a los quince, ¿existen? ¿van a venir? ¿los veremos, poco a poco?
Bueno, Pablo, que los tienes muy bien puestos, los poemas.
podrás encontrar poemas dispersos por la red, si el timesheet te lo permite.
no estaban a los quince, ni a los veinte, tampoco estarán a los 25 imagino, había algo a los 5, y a los 10, aún nos hacen reír como posesos en las reuniones familiares.
me ha tocado el "papel de ecpectadora", es lo único en lo que destaco quizá- lo hago realmente bien, soy una fisgona nata =) igual algún día reviento y disemino todo lo visto por el mundo, haciendo de él un lugar mejor jejeje
me gusta, me gusta como escribe la tía, es un placer contemplar sus versos mniam mniam
me levanto un rato, despazado (y es raro en una noche de martes)... ¡y me entero de que tengo empresa, con herramientas de control de tiempos, uff!
Yo sabía que esta isla de tiempo en la que vivo terminaba el viernes a las 8 de la mañana, pero no estaba muy seguro de cómo. ¡gracias Belier!
Con respecto a los poemarios de los 5 y de los 10 años de ese enorme grupo de primas, puedo pasarme sin esas risas de posesos. Pero todo intento de mejorar el mundo con materiales posteriores será bienvenido.
Qué bien volver a veros. Me reincorporo. Contadme qué tal todo.
Y besos.
Con quince yo jugaba al baloncesto, iba a la playa y perseguía chicas de colegio de monjas.
Y ahora ella acaba de publicar su ¿tercer? libro, "Tara", en DVD Ediciones, antes de terminar la carrera.
Ay.
es deprimente, yo me deprimo vaya, gente con talento, cambiando el mundo, y yo una célula más de la masa gris, aún así es reconfortante que te laman, aunque sea por encima, esos rayos que iluminan el mundo, no me hagáis caso, vengo de una fiesta de despedida, y vengo con vino en lugar de sangre...
cambio de opinión- es genial que haya gente como ella, y muchos otros, que envuelvan en palabras lo que los demás sólo sentimos
Gracias, Pablo, por traer a Elena Medel.
Komo_te_llames_esta_vez: en los ángeles te he dedicado una entrada. Pero sois tantas primas que vais a tocar a muy poco!!!
¡Isob! Hacía tiempo y tiempo y tiempo que no se te leía. qué bien.
Por algo que me pasó, pensé hace unos días que compondría una entrada sobre nostalgias de vaso corto y vaso largo, que incluiría una foto mía con 15 añitos largos, o 16 recién. Casa casi acababa de dejar las canicas.
Parece, Pablo, que estos poetas de la experiencia llegan rápido a nuestros sentidos.
Hola a todos, qué bien que sigáis por aquí y no os hayáis desmenuzado un día 28 de diciembre o una noche atrancadísima de 31 o un 5 de enero electrizante.
Yo ya casi vuelvo, aún sin red y con cajas por todas partes, y envidiosa de todo lo que ha pasado en estas semanas vacacionales deliciosas y pesadas. Me pondré al día poquito a poco, a trancas y a barrancas.
Y qué bien Elena Medel, a la que tuve el placer de conocer en un hotel a la orilla del mar de Cádiz, constatando una vez más que toda ella es sorprendente, extraña e impactante.
Y Pablo, siento confesarte aquí, en público, siento recordarte, que tú a los quince escribías unos poemas acojonantes que luego traías en papeles blancos para que sirvieran de manteles en los muros del Barrio Obrero.
¡Aaaahhhh!
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