28 febrero 2008

Es un día claro y frío de diciembre. Nevó durante toda la noche. Esta mañana, mi hija de diez años y yo nos levantamos temprano; estamos en su cuarto mirando la nieve por la ventana y conversando tranquilamente. Ella aún tiene puesto su pijama de franela; abraza a nuestro gato de angora y se inclina en el alféizar de la ventana. Yo sostengo una taza de café. "¿Crees que existan seres vivientes en otros planetas?", me pregunta. "Probablemente", respondo.
Del otro lado de la ventana el aire brilla gracias a dos luces: una viene del sol que está en lo alto, y la otra del sol aquí abajo, reflejado en la nieve. Mucho más arriba, el aire adquiere lentamente una tonalidad azul brillante, que se eleva cada vez más hasta donde alcanza la vista. Estamos en una competencia de quién ve más.
"El espacio es extraño", dice mi hija. "Es absolutamente imposible imaginar algo que continúa siempre. Y si no continúa siempre, ¿qué hay fuera de él?". Yo inclino la cabeza en señal de aprobación, y bajamos las escaleras en puntillas para tomar nuestro desayuno y prepararnos para el día que comienza.
Alan Lightman (Memphis, 1948), Luz antigua. Nuestra cambiante visión del universo, Harvard University Press, 1991.

21 febrero 2008

Primer poema de una niña de 10 años

L'amistat és una cosa preciosa
però de vegades es trenca
Com una flor que cau a terra
I un dels pètals cau al riu.
Recorre el món fins que algú l'agafa
I aquella persona no ho sap
però ha trobat una amistat.
L'amistat és una cosa genial,
però que pot caure molt avall,
Com una gota d'aigua,
sola i sense amics.
L'amistat és important,
I sense ella la vida res val,
Si no estimes,
No t'estimaràn,
Si no intentes fer amics,
No en tindràs,
L'amistat és molt important.

(La amistad es una cosa preciosa pero a veces se rompe, como una flor que cae al suelo y uno de los pétalos cae al río. Recorre el mundo hasta que alguien lo coge, y aquella persona no lo sabe, pero ha encontrado una amistad. La amistad es una cosa genial, pero que puede caer muy abajo, Como una gota de agua, sola y sin amigos. La amistad es importante, y sin ella la vida nada vale. Si no quieres, no te querrán. Si no intentas hacer amigos, no los tendrás. La amistad es muy importante.)

Lola, Sobrina de Flavia Company, nacida en 1998

17 febrero 2008

La práctica del arte

Desde los motivos apremiantes y vitales del artista, no es extraño que el formalismo tecnificado de algunas estéticas actuales parezca hoy un servidor de los esquemas comercializados que todo lo dominan y que ya no tenga otra finalidad que la de fijar la “cotización” de las obras según algunos “signos externos”. ¿Qué es lo que le da valor a una obra de arte? Los partidarios de la “cotización” responden dándonos las típicas listas de ingredientes o leyes formales que, según ellos, ha de tener la “Belleza”, y en cambios nos dicen poco o nada de su función. Ingredientes y leyes que, por otra parte, no son más que generalizaciones de los hallazgos de los artistas del pasado, que, si bien fueron revolucionarios en su momento, ya no son ninguna garantía de calidad. A causa de ellas, la estética se convierte en esteticismo y el arte vivo en academicismo.
El artista tampoco siente ninguna devoción especial por las teorías, ya denunciadas por los dadaístas, que se contentan con el deseo de operar aún más “científicamente”, con catalogar las propiedades retinianas que, según dicen, tienen en sí mismos ciertos colores, líneas, formas o estructuras. Sabe que, en nuestras emociones estéticas, intervienen, tanto o más que estos elementos, factores conceptuales o simbólicos, que aparecen por contraste o por asociación de ideas en los registros de la memoria o del inconsciente, y que nunca serán, pues, codificables del todo porque están en constante transformación en cada momento circunstancial e histórico vivido por los autores y por los contempladores. El artista no entenderá nunca la enseñanza de unas formas fijadas “científicamente”, como si se tratara de aprender el código de la circulación o las fórmulas para bailar por correspondencia. Esto le parecerá siempre una manera deshumanizada de ver el arte, afectada por una falta de confianza y por una frialdad terribles; y en definitiva no tiene nada que ver con la forma de actuar del artista y del auténtico contemplador.

Antoni Tapies, La práctica del arte; Ariel, 1970

09 febrero 2008

Ternera acosada por tábanos

podría describirla
¿tenía nariz ojo boca oídos?
¿tenía pies cabeza?
¿tenía extremidades?

sólo recuerdo al animal más tierno
llevando a cuestas
como otra piel
aquel halo de sucia luz

voraces aladas
sedientas bestezuelas
infamantes ángeles zumbadores
la perseguían

era la tierra ajena y la carne de nadie

tras la legaña
me deslumbró el milagro mortecino
la víspera el instinto la mirada
el sol no nato

¿era una niña un animal una idea?

ah señor
qué horrible dolor en los ojos
qué agua amarga en la boca
de aquel intolerable mediodía
en que más rápida más lenta
más antigua y oscura que la muerte
a mi lado
coronada de moscas
pasó la vida


De Ejercicios materiales (1993)
Blanca Varela (Lima, 1926)

04 febrero 2008

Y Ángel González dejó un regalo

Y me vuelvo a caer desde mí mismo

al vacío,

a la nada.

¡Qué pirueta!

¿Desciendo o vuelo?

No lo sé.

Recibo

el golpe de rigor, y me incorporo.

Me toco para ver si hubo gran daño,

más o menos me encuentro.

Mi cuerpo ¿dónde está?

Me duele sólo el alma.

Nada grave

03 febrero 2008

Angelus Novus

Hay un cuadro de Klee que se llama Angelus Novus. En él se representa a un ángel que parece como si estuviese a punto de alejarse de algo que le tiene pasmado. Sus ojos están desmesuradamente abiertos, la boca abierta y extendidas las alas. Y este deberá ser el aspecto del ángel de la historia. Ha vuelto el rostro hacia el pasado. Donde a nosotros se nos manifiesta una cadena de datos, él ve una catástrofe única que amontona incansablemente ruina sobre ruina, arrojándolas a sus pies. Bien quisiera él detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado. Pero desde el paraíso sopla un huracán que se ha enredado en sus alas y que es tan fuerte que el ángel ya no puede cerrarlas. Este huracán le empuja irreteniblemente hacia el futuro, al cual da la espalda, mientras que los montones de ruinas crecen ante él hasta el cielo. Ese huracán es lo que nosotros llamamos progreso.


Walter Benjamin (1892-1940), “Tesis de Filosofía de la Historia”, Discursos interrumpidos I, traducción de Jesús Aguirre, Taurus, Madrid, 1971.