Ejercicio de Mendicidad
Nos ponemos ropa sucia y desgarrada, nos quitamos los zapatos, nos ensuciamos la cara y las manos. Vamos a la calle. Nos quedamos quietos y esperamos.
Cuando pasa algún oficial extranjero ante nosotros, levantamos el brazo derecho para saludar y tendemos la mano izquierda. A menudo, el oficial pasa sin detenerse, sin vernos, sin mirarnos.
Al final uno de los oficiales se para. Dice algo en un idioma que no entendemos. Nos hace preguntas. No le respondemos, nos quedamos inmóviles, con un brazo levantado y el otro tendido hacia delante. Entonces se resbusca en los bolsillos, pone una moneda y un trozo de chocolate en nuestras palmas sucias y se va, meneando la cabeza.
Continuamos esperando.
Pasa una mujer. Tendemos la mano. Ella dice:
-Pobres pequeños. No tengo nada que daros.
Nos acaricia el pelo.
Nosotros decimos:
-Gracias.
Otra mujer nos da dos manzanas, otra unas galletas.
Pasa una mujer. Tendemos la mano, ella se detiene y dice:
-¿No os da vergüenza mendigar? Venid a mi casa, tengo trabajos fáciles para vosotros. Cortar la leña, por ejemplo, o restregar la azotea. Sois bastante mayores y fuertes para eso. Después, si trabajáis bien, os daré sopa y pan.
Nosotros contestamos:
-No queremos trabajar para usted, señora. No nos apetece comer su sopa ni su pan. No tenemos hambre.
Ella pregunta:
-¿Y entonces por qué mendigáis?
-Para saber qué se siente y para observar la reacción de las personas.
Ella grita, al irse:
-Golfillos asquerosos! Qué impertinentes!
Al volver a casa, tiramos en la hierba alta que bordea la carretera las manzanas, las galletas, el chocolate y las monedas.
La caricia en el pelo es imposible tirarla
Agota Kristof nació en Csikvand, Hungría 1935
Este capítulo pertenece a El gran cuaderno 1987
7 comentarios:
Hace algún tiempo por recomendación de un amigo leí Claus y Lucas. El libro comprende El gran cuaderno, La prueba y La tercera mentira.
Me fascinó la forma de escribir de Agota Kristof, especialmente El Gran cuaderno
Esa misma fascinación siento yo con lo que has puesto. Y también el deseo de saber cómo son esos niños, qué edad tienen, por qué hacen lo que hacen. Por qué son unos monstruos.
Las Playas es el mejor modo de salivar que conozco.
Terminar leyendo lo que me hace salivar es la forma de contrarrestar el fenómeno.
Nán, no te lo pierdas por favor. Es imprescindible. Luego ven, y cuentame al oído ese estruendo.
Yo también quiero escuchar un poco de ese estruendo!
(me ha gustado mucho, me intriga, me desasosiega...)
besos,
K
Es esa mezcla, Kika, lo que lo hace tan interesante.
Me alegra que te haya gustado, no te lo pierdas tú tampoco!
Saludos
mi libro preferido de este año, que grande Agota!
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