02 noviembre 2011

HHhH

En El libro de la risa y el olvido, Kundera deja entender que le da un poco de vergüenza tener que ponerle nombre a sus personajes, y aunque esa vergüenza apenas sea perceptible en sus novelas, en las que abundan los Tomas, las Tamina y muchas Tereza, es obvia la intuición de una evidencia: ¿hay algo más vulgar que atribuir de modo arbitrario, con la pueril intención de lograr un efecto de realidad o, en el mejor de los casos, sencillamente de comodidad, un nombre inventado a un personaje inventado? Aunque, en mi opinión, Kundera debería haber ido más lejos: ¿hay algo más vulgar, en realidad, que un personaje inventado?

Laurent Binet (París, 1972)
De HHhH (Seix Barral, 2011)

2 comentarios:

Elena Casero dijo...

Hola Gemma.
Gracias por la visita.
Al final no sé si existen los personajes inventados. Creo que al escribir logramos que tengan una vida propia, hacerlos creíbles y humanos, con lo que dejan de ser una invención.

Saludos

Marcelo dijo...

Los lectores también somos inventados, en este caso por el autor. Más que sus propios personajes.