213 – 218Cambia tus modos, corazón, tomando
el color que convenga a cada amigo,
haciéndote al sentir de cada cual.
Ten el estar del pulpo ensortijado
que es uno con la piedra en la que para.
Acomódate ahora a unas maneras,
pero luce una piel distinta luego.
Más puede el diestro que el intransigente.
309 – 312Entre los comensales uno ha de ser prudente,
hacer que todo pasa como si no estuviera,
decir alguna gracia; mas ya en la puerta, grave,
salir sabiendo el modo de ser de cada uno.
467 – 496No retengas a nadie, si no está en él quedarse,
ni lleves a la puerta a quien marchar no quiere
ni al dormido despiertes, Simónides, si el sueño
prendió dulce en alguno bien cargado de vino,
ni mandes a dormir por fuerza al desvelado;
Pues toda cosa impuesta viene a ser enojosa.
Llenen, llenen las copas de los que beber quieran,
que no todas las noches uno está de regalo.
Yo, que del dulce vino mi medida ya tengo,
traeré yéndome a casa al sueño espantamales.
Llegaré como más gusta haberlo bebido
pues que ni sobrio estoy ni estoy de más borracho.
El que alcanza su cuánto de bebida y lo pasa
no es señor de su lengua ni de su voluntad:
le cuelgan las palabras –para un sobrio indecentes--
y nada le avergüenza en su tal melopea;
él que sensato antes, es ya un necio.
Por eso --ya lo sabes-- procura no excederte con el vino:
o levántate antes de emborracharte (mira
que no te obligue el vientre a trabajos forzosos)
o, si te estás, no bebas.
Que ese "venga otra" tonto
es la sola razón de tu borrachería:
una por la amistad, otra para abrir juego,
y otra aún por los dioses, y otra más que aún hay manos…
No sabes decir no, mas sabe que el que gana
es quien, bebiendo mucho, no dice tonterías.
Charlad tranquilamente con un buen jarro al lado
procurando no abrir disputa entre vosotros.
Hablando en alto a todos y al tiempo a cada uno:
así es como un banquete no está de gracia falto.
817 – 818No se puede esquivar, Cirno, --no hay modo--
la parte del sufrir que a uno le toca;
Y esa parte que toca del sufrir
ningún miedo me da --créeme-- sufrirla.
1029 – 1036Aguanta, corazón, en la desgracia
aunque has sufrido ya lo inaguantable;
fino es, sí, del cobarde el corazón.
Y por las cosas tú que no alcanzaste
no rabies, no te aflijas añadiendo dolor a tu dolor,
no des disgusto al que es tu amigo y gusto al enemigo.
De eso que del destino traen los dioses
el hombre moridero huir no puede;
ni hollando de la mar su rojo fondo,
ni a las nieblas del Tártaro prendido.
1229 – 1230Ídi gàr me kéklyke thalássios oíkade nekrós,tethnikòs zoó ftheggómenos stómati.Que a mi casa me ha llamado un cadáver del mar:
muerto y todo, da gritos desde su boca viva.
Elegías,
Teognis de Mégara (s. VI a.C.)
[Traducción de Juan Manuel Rodríguez Tobal (Zamora, 1962)]