Pasan lentos los días
y muchas veces estuvimos solos.
Pero luego hay momentos felices
para dejarse ser en amistad.
...........................Mirad:
somos nosotros.
Un destino condujo diestramente
las horas, y brotó la compañía.
Llegaban noches. Al amor de ellas
nosotros encendíamos palabras,
las palabras que luego abandonamos
para subir a más:
empezamos a ser los compañeros
que se conocen
por encima de la voz o de la seña.
Ahora sí. Pueden alzarse
las gentiles palabras
-ésas que ya no dicen cosas-,
flotar ligeramente sobre el aire;
porque estamos nosotros enzarzados
en mundo, sarmentosos
de historia acumulada,
y está la compañía que formamos plena,
frondosa de presencias.
Detrás de cada uno
vela su casa, el campo, la distancia.
Pero callad.
Quiero deciros algo.
Sólo quiero deciros que estamos todos juntos.
A veces, al hablar, alguno olvida
su brazo sobre el mío,
y yo aunque esté callado doy las gracias,
porque hay paz en los cuerpos y en nosotros.
Quiero deciros cómo trajimos
nuestras vidas aquí, para contarlas.
Largamente, los unos con los otros
en el rincón hablamos, tantos meses!
que nos sabemos bien, y en el recuerdo
el júbilo es igual a la tristeza.
Para nosotros el dolor es tierno.
Ay el tiempo! Ya todo se comprende.
Amistad a lo largo
Jaime Gil de Biedma, Barcelona 1929-1990
11 comentarios:
Equilibra el otro poema, completando lo que fue Gil de Biedma. Y a mí, este, me ha servido tanto y tanto últimamente.
Impresionante, simplemente.
Bestial poema, ¡gracias Nán!
Directo al pecho.
Bravo, amigo Nán. Paz en los cuerpos de las personas que queremos.
Este poema de Biedma me pone los pelos de punta, los sentidos en alerta y unas ganas cojonudas de abrazar a mi gente.
P.D. ¡pendiente cafelito o un gintónico en esa malasaña tan desconocida para mí!
Muy bueno, Nán. Un beso.
A mí me gusta todo Biedma, pero hay algunos versos de este poema que me son muy especiales.
Nán, gracias por dejarlo.
¡Abracémonos!
jajaja
Y después emborrachémonos!
AH Ah AH!!!
Yo esclavo de la productividad mal entendida, llego tarde siempre a estas reuniones: hoy, con una banda sonora tan especial, tan uppercut al significado variable de la palabra amistad (que yo, ya lo sabrán muchos, he entendido de manera reservada, algo taciturna).
Eso sí, quiero entrar con la elegancia del que a las fiestas llega con media hora de retraso. Y traer champán y tequila para que no falte.
Las manos se me llenan a veces de dedos, y la cuenta de amigos, de descubiertos.
¡Emborrachémonos!
¿Dormís? Yo no podía, así que aquí estoy hora y media antes de lo debido. Gil de Biedma es un terreno abierto, fértil; muy duro a veces, como nos enseñó Isobaras. Pero merece habitarse con frecuencia.
Y abierto es también mi pueblo Malasaña para ti, Robel, y para todos (ya lo cantaba Manu Chao, «me gusta Malasaña y me gustas tú»). Y abraza, abraza. Abraza. Coincidiendo con el cambio que fui teniendo («ay el tiempo, ya todo se comprende») estando por aquí, un jovencísimo poeta que me había tratado de usted durante año y medio empezó a tutearme y saludarme con un abrazo, fue casi inmediato que empezara a hacerlo con otro amigo y una amiga, y luego, dos, tres más. Ahora hay una decena de personas a las que saludo y me saludan con un abrazo. Está muy bien.
Y hay abrazos que se dan con palabras. De esos nos damos muchos. Y está muy bien.
Y hasta con silencios.
Lo dicho, hay que tatuarselo...
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