El poeta y los mitos
Bien temprano en la vida, antes que leyeses versos algunos, cayó en tus manos un libro de mitología. Aquellas páginas te revelaron un mundo donde la poesía, vivificándolo como la llama al leño, transmutaba lo real. Qué triste te pareció entonces tu propia religión. Tú no discutías ésta, ni la ponías en duda, cosa difícil para un niño; mas en tus creencias hondas y arraigadas se insinuó, si no una objeción racional, el presentimiento de una alegría ausente. ¿Por qué se te enseñaba a doblegar la cabeza ante el sufrimiento divinizado, cuando en otro tiempo los hombres fueron tan felices como para adorar, en su plenitud trágica, la hermosura?
Que tú no comprendieras entonces la causalidad profunda que une ciertos mitos con ciertas formas intemporales de la vida, poco importa: cualquier aspiración que haya en ti hacia la poesía, aquellos mitos helénicos fueron quienes la provocaron y la orientaron. Aunque al lado no tuvieses alguien para advertirte del riesgo que así corrías, guiando la vida, instintivamente, conforme a una realidad invisible para la mayoría, y a la nostalgia de una armonía espiritual y corpórea rota y desterrada siglos atrás de entre las gentes.
Luis Cernuda (Sevilla, 1902 - México, 1963)
Ocnos (1942)
12 marzo 2007
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22 comentarios:
Ya tenía ganas de que este hombre apareciese por aquí. Un placer prohibido.
Y ese Ocnos, esa edición preciosísima que hizo la Fundación Lara (¿es ésa?)... Lo compré una tarde sevillana de hace como muchos años, y me paseé por la ciudad con el librito en la mano, tan vivo y coleando.
Cernuda, verso a verso :)
Por Cernuda fue, sí.
1) Me niego a dejar a Cernuda como exclusiva de los sevillanos, que parecéis tratarlo como a uno de la familia a quien habéis encontrado tantas veces en cualquier esquina. ¡Ábrase a los cielos todos en Siberia!
2) Qué alegría al ver que ya está ahí, como siberiana oficial, Paralelo49. Carmen de Gondal no creo que tarde. Que hayas elegido ese poema de la mitología, Robel, es como un regalo de bienvenida para ellas.
3) Y sí, aunque de las afuerzas de Sevilla, he leído el libro. Pero tu propuesta es un buen pretexto para tomarlo y llevarlo para lectura de metro y de bares (si hay que ganar tiempo).
Carmen y Paralelo como dos mitos que se acercan y te descubren todo un universo fascinante. Me alegra teneros cerquita.
Amigo Nán, decir que Luis Cernuda es propiedad en exclusiva de los sevillanos no es del todo cierto. De hecho, el desconocimiento general en Andalucía sobre la obra del poeta es casi insultante. Y en cuanto a la relación inversa (la de cernuda con los andaluces) en fin, solamente hay que leer su biografía o sus poemas (me permito una selección muy personal de estos, espero no hacerme pesado con tanto poemita)
El andaluz
Sombra hecha de luz
que templando repele
es fuego con nieve
el andaluz.
Enigma al trasluz,
pues va entre gente solo,
es amor con odio
el andaluz.
Oh hermano mío, tú.
Dios, que te crea,
será quién comprenda al andaluz.
(Nada que comentar al respecto)
CONTIGO
¿Mi tierra?
Mi tierra eres tú.
¿Mi gente?
Mi gente eres tú.
El destierro y la muerte
para mi están adonde
no estés tú.
¿Y mi vida?
Dime, mi vida,
¿qué es, si no eres tú?
(¿Hay una forma más intensa de amor?)
DONDE HABITE EL OLVIDO
Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.
Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.
En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.
Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.
Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.
Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.
(O aquí, aquí cerca, donde lo rescatamos del olvido)
QUISIERA ESTAR SOLO EN EL SUR
Quizá mis lentos ojos no verán más el sur
de ligeros paisajes dormidos en el aire,
con cuerpos a la sombra de ramas como flores
o huyendo en un galope de caballos furiosos.
El sur es un desierto que llora mientras canta,
y esa voz no se extingue como pájaro muerto;
hacia el mar encamina sus deseos amargos
abriendo un eco débil que vive lentamente.
En el sur tan distante quiero estar confundido.
La lluvia allí no es más que una rosa entreabierta;
su niebla misma ríe, risa blanca en el viento.
Su oscuridad, su luz son bellezas iguales.
(El poema al que más recurro cuando se me hace hostil el norte)
uno, do, tres y cuatro: cuatro poemas, cuatro gracias que te doy.
Cernuda, como el sur (y el norte, también ha de serlo el norte), es de todos. Bien que lo sé. Era una pequeña broma al ver cómo tú lo pones y lara e isobaras saltan como un resorte.
Quizás mis palabras suenan más bruscas de lo que pretendo. Luis Cernuda no es tan desconocido en Andalucia. Y bueno, él tenía sus sentimientos encontrados (¿y quién no?)
Disculpas por la respuesta sin meditar, pero no por los poemas.
un abrazo Nán.
[...]
con su corno francés
y su academia sueca
su salsa americana
y sus llaves inglesas
con todos sus misiles
y sus enciclopedias
su guerra de galaxias
y su saña opulenta
con todos sus laureles
el norte es el que ordena
pero aquí abajo abajo
cerca de las raíces
es donde la memoria
ningún recuerdo omite
y hay quienes se desmueren
y hay quienes se desviven
y así entre todos logran
lo que era un imposible
que todo el mundo sepa
que el sur también existe
de Mario Benedetti
Éste lo tenía Salteños, el grupo de Polo (el padre de Marco) impreso en su disco "Contracorriente". Hablaban de otro sur, y de otro modo, claro, y en otra época, y desde otro sureste del sur. Jamás lo pisaron, pero qué bien le cantaron.
A Polo lo llamaban algunos "El cartero de los Andes", porque conocía todas las etnias de Chaco, todas las quebradas, todos los poblachos, sin haber estado jamás, sin haberlos visto en un mapa. Luego se retorcía y tocaba el charango como indio recién bajado del altiplano.
El sur del sur en el sureste de nuestro sur.
Cernuda es uno de mis poetas preferidos y no puedo dejar pasar esta entrada sin participar, así que ahí va.
Cuando Cernuda publicó, como suplemento de la revista Litoral, su primer libro (Perfil del Aire)se sintió dolido por las críticas poco favorables que recibió, pero lo que más le dolió fue la carta que Salinas le envió.
Carta de Pedro Salinas a Cernuda (finales de abril o primeros de mayo de 1927)
Mi querido amigo:
Acabo de recibir su libro: muy bonito de presentación, acaso el más bonito de todos los suplementos. Le pongo estas líneas para agradecerle prontamente su dedicatoria para mí tan grata. Pero le he de escribir despacio hablándole de mi impresión detenida del libro, en cuanto tenga ocio para leerlo bien. Desde el domingo tenemos enfermo al niño, y no me queda gusto ni tiempo para la lectura bien hecha. Reciba, pues, la expresión de mi enhorabuena y alegría al ver impresos por el mundo esos poemas que tan conocidos y queridos me son de antiguo. No deje de enviar el libro a las gentes de aquí.
Es su cordial amigo.
Pedro Salinas
Teniendo en cuenta que Salinas fue su profesor y fue quien le estimuló y le ayudó a publicar el libro, Cernuda no entiende esta carta breve y casi excusatoria, así que en Desolación de la quimera escribe el poema "A mis Paisanos".
Las cartas de Guillén, Bergamín y G.Diego son más alentadoras, así que yo tampoco entiendo la carta de Salinas.
Bueno, sólo quería comentar eso, me hizo gracia la coincidencia ya que en estos días llegó a mis manos un artículo de José Luis Cano sobre Cernuda y en las Playas se habla también de él.
Winsta, ¿me puedes hacer llegar ese artículo de José Luis Cano sobre Cernuda? Auque sea por el correo privado, me interesa mucho, mucho.
Es un placer tan grande cuando, tranquilamente, nos traspasas todo lo que sabes de poesía.
Un beso (creo que te lo debía). (seguro que te lo debo).
Nán, como perdí tu correo te lo dejo aquí. Una vez que lo tengas, lo puedes borrar.
Espero que te resulte interesante, a mí las cartas me parecen un mamoneo hacia Cernuda y creo además que, visto lo visto, los poetas no deberían escribir jamás cartas porque resultan farragosas y tan egocéntricas que dan asco.
CERNUDA Y LA PUBLICACIÓN DE “PERFIL DEL AIRE”
José Luis Cano
En abril de 1927 la revista malagueña “Litoral”, que dirigían Emilio Prados y Manuel Altolaguirre, publicaba, como uno de sus suplementos, el primer libro de Luis Cernuda, Perfil del Aire. He aquí cómo cuenta Cernuda, en su ensayo autobiográfico “Historial de un libro”, la aparición del libro y la emoción que experimentó al verlo publicado: “A fines de 1926, creo recordar, Emilio Prados y Manuel Altolaguirre anunciaron desde Málaga la aparición de “Litoral” y, con sus suplementos, la de varios libros de poetas nuevos. Salinas, que me había hablado de reunir en volumen los versos que yo tenía escritos por esas fechas, y algunos de los cuales aparecieron ya en la “Revista de Occidente”, propuso su publicación a Prados y a Altolaguirre. Este respondió pronto, aceptando el librito. Y en abril de 1927 llegó a mis manos el delgado volumen, con su título de Perfil del Aire, la indicación de que era el 4.º suplemento de “Litoral”, y su pie de la imprenta Sur, en Málaga. Junto a mi cama, durante la noche, estuvieron los ejemplares; creo que apenas dormí, y los poetas que recuerden la aparición de su libro primero comprenderán mi desvelo. Salinas estaba en Madrid, durante las vacaciones universitarias de primavera, y uno de los primeros ejemplares que envié fue el suyo. El libro le estaba dedicado”.
Esta dedicatoria, escueta como todas las suyas -”A Pedro Salinas”-, era una manera de agradecer a éste -que fue profesor suyo en la Universidad de Sevilla- su estímulo y su ayuda en la publicación del volumen. En otra página del mismo ensayo, Cernuda confiesa su deuda a Salinas con estas palabras: “No sabría decir cuánto debo a Salinas, a sus indicaciones, a su estímulo primero; apenas hubiera podido yo, en cuanto poeta, sin su ayuda, haber encontrado mi camino”.
Esta deuda, sin embargo, no iba a impedir que Cernuda, dolido por las escasas líneas con que Salinas acusó recibo del envío de Perfil del Aire, escribiera muchos años más tarde un poema injusto contra aquel, que figura en su último libro, Desolación de la quimera. Pero veamos cómo reacciona Cernuda ante las críticas, casi todas negativas, con que fue recibido Perfil del Aire en la prensa literaria del momento: “…Poco después cayeron sobre mí, una tras otra, las reseñas acerca de Perfil del Aire: todos atacaban el libro. Pero la que más me dolió fueron las cortas líneas evasivas con las cuales Salinas me acusó recibo desde Madrid. Las críticas giraban, más o menos, sobre dos puntos: uno, que yo no era nuevo o, como algunos decían entonces, con dos términos ridículos que me excuso por repetir ahora, “novimorfo” ni “porverinista”; el otro era el de imitar a Guillen. A la acusación de no ser “nuevo” el tiempo ha dado la respuesta adecuada; a la de imitar a Guillén, yo mismo he respondido en un escrito (“El Crítico, el Amigo y el Poeta”) y no necesito repetir aquí mis argumentos”.
En su excelente edición y estudio de Perfil del Aire, el hispanista inglés Derek Harris -a quien debemos también la espléndida edición de la Poesía Completa y la Prosa de Cernuda, publicadas ambas por Barral editores- se ha referido con tal detalle a las críticas que el libro recibió, transcribiendo el texto de las mismas, que iban firmadas, las tres primeras, por Juan Chabás, F. A. (Francisco Ayala) y E. Salazar Chapela. Las tres más bien negativas y subrayadotas de la influencia guilleniana. Sólo José Bergamín salió a la defensa de Perfil del Aire con un artículo -”El idealismo andaluz”- aparecido en “La Gaceta Literaria”. Otro crítico, éste catalán, Lluís Montanyà, elogió el libro en la revista “L’Amic de les Arts”. Fue, sin duda, la acusación de imitar a Guillén lo que más hirió profundamente a Cernuda. Veinte años después, escribiría éste, aún con la espina clavada, su respuesta a aquella acusación, el diálogo “El Crítico, el Amigo y el Poeta”, que apareció en la revista cubana “Orígenes”, en 1954. Que nunca se curó Cernuda de aquella herida ni olvidó las críticas adversas a Perfil del Aire, parece demostrarlo el hecho de que en el último poema que escribió, “A mis paisanos”, que figura en Desolación de la quimera, y fuhe escrito en abril de 1962, un año antes de morir, aún recuerda aquellos ataques a su primer libro, algunos de cuyos poemas -según confiesa en su “Carta abierta a Dámaso Alonso” (1948)- los prefería a otros más maduros.
Sabemos ya cuál fue la reacción de Cernuda ante la crítica negativa a Perfil del Aire. Aunque no pudieran compensarle de esa crítica las cartas que recibió de otros poetas y escritores de su generación, pienso que el entusiasmo que mostraban por el libro -salvo la de Salinas que tanto le dolió- debió endulzarle algo la amargura sufrida. A continuación publico algunas de ellas, que conservo entre los papeles que Cernuda quiso, desde su exilio, que yo guardase por temor a que desaparecieran. Todas son inéditas, salvo la de Salinas, que publicó la revista “Ínsula”, y la de Guillén, reproducida por Derek Harris en su libro sobre Perfil del Aire.
CARTA DE PEDRO SALINAS A CERNUDA
(Sin fecha, pero con seguridad de fines de abril o primero de mayo de 1927, año en que se publicó Perfil del Aire)
Mi querido amigo:
Acabo de recibir su libro: muy bonito de presentación, acaso el más bonito de todos los suplementos. Le pongo estas líneas para agradecerle prontamente su dedicatoria para mí tan grata. Pero le he de escribir despacio hablándole de mi impresión detenida del libro, en cuanto tenga ocio para leerlo bien. Desde el domingo tenemos enfermo al niño, y no me queda gusto ni tiempo para la lectura bien hecha. Reciba, pues, la expresión de mi enhorabuena y alegría al ver impresos por el mundo esos poemas que tan conocidos y queridos me son de antiguo. No deje de enviar el libro a las gentes de aquí.
Es su cordial amigo.
Pedro Salinas
CARTA DE JORGE GUILLÉN
(Fechada en Valladolid, el 26 de mayo de 1927)
Querido Luis Cernuda: ¡Precioso “Perfil del Aire”! No es posible más digna, más noble inauguración poética. Eso mismo: transparencia de aire, su claridad, su unidad, su extrema sencillez; y todo ello, a pesar de su blancura, perfilado, cercado, concluso; mundo completo y suficiente. ¡Qué justeza! Un solo acorde exactísimo. ¡Y qué blanco todo!
Pero me importa -a mí- señalar ante todo la voz. Su voz. Que es suya, personalísima, intransferible, irreductible. Ella sola es cédula y pasaporte y toda la documentación que pudiera exigir el policía de la solapa estrellada que se aparece de improviso en los trenes.
Su voz: meridional, andaluza, calle del Aire; un adolescente. Con su retraimiento, y sus sombras, y sus fragilidades de adolescencia única: la suya. Y en ese jardín, y a esa luz, y en esa soledad, invisible casi a fuerza de pureza, timbres, acentos, visos, modulaciones en absoluto íntimas, privadas, bajo la llave de su dueño,
¿Y qué relación guarda toda esa vida resguardada en esa casa de la calle del Aire, calle andaluza, con esa vida tan remota, tan inacorde de don Pedro J. G. Álvarez, catedrático, treinta y cuatro años, casado, con dos hijos, en esa casa de la Constitución, 12, Valladolid?
Querido Luis Cernuda: no sé cómo hablarle a usted de ello. Tres artículos van publicados y los tengo clavados en el corazón. Y ya sabe usted cuán parcamente me gusta sacar a relucir esa víscera. Sí, en el corazón, verdaderamente. No, yo no soy maestro de nadie. Y me causa rubor esa desmesura en los juicios. Como amigo -amigo paralelo- le escribo, y rehuyo todo absurdo tono magistral, que me envejecería, y me sumiría en la confusión que arrebola las mejillas, si hay frente.
¿Influencias? Bien. Pero eso es muy poco. Un poema no puede estar constituido, cuando alcanza tal calidad, por la sola influencia. ¿Y todo lo demás? Yo, mejor que nadie, veo en cada poema de Perfil del Aire una voz irreducible a todas las demás. ¡Y ese tono de voz, eje sonoro y humano del poema, implica tantas cosas personales! La materia humana -su realidad de Luis Cernuda, veintiún años, andaluz- proporciona a su poesía un contenido en absoluto original. Y esta voz propia orienta, desarrolla estos elementos en direcciones, en matices peculiarísimos, que descubren al Poeta. Y esto, querido Cernuda, es lo decisivo: su Perfil del Aire es la revelación de un Poeta. Y todo cuanto se ha dicho sobre usted significa ante todo ese reconocimiento. Así debe usted interpretarlo. Hay Poeta. Con mayúscula. (Porque no los hay de los otros) Y sorprende su perfección, su gusto, su limpidez.
No haga usted caso. Usted posee reservas de soledad, de vida para usted solo. En esos instantes, una confianza inquebrantable le asegura a usted, a su orgullo, a su voluntad de ser, que usted es. Y ser se identifica para usted, Luis Cernuda, con el deseo y luego, el logro (deseo irrenunciable, superior a todo, logro cierto, cierto, cierto) de algunas palabras concertadas en ritmos. ¡Las suyas, sus palabras. Los suyos, sus ritmos! Crea usted a su orgullo. En usted, es la mejor voz; es la mayor razón. Yo también defiendo a su orgullo. Con un abrazo siempre su amigo.
Jorge Guillén
CARTA DE JOSÉ BERGAMÍN
(Fechada en Madrid el 6 de mayo de 1927)
Mi querido amigo Cernuda;
¿Recibió usted mis “Caracteres”? Yo he tardado un poco en contestarle a un envío de “Perfil del Aire” porque he querido leerlo despacio -en tiempo y ocasión oportunos-.
Creo sinceramente, que su libro es el mejor, nuevo, vivo, puro, de los nuevos libros de poesía joven. Después de Alberti (cronológicamente sólo) son usted y Altolaguirre los que prefiero; y los prefiero, verdaderamente, porque hay en la poesía de Altolaguirre -tan distinto de usted- y en la suya, una auténtica renovación ideal lírica; una nueva -insisto- y viva y pura belleza.
Quisiera enviar a “Mediodía” un ensayo sobre usted y su libro; un ensayo que, tal vez, titule: El idealismo andaluz. En él quisiera situar -a usted y a su libro- exteriormente, como le corresponde (líricamente ya está usted situado). Pero es necesario que los demás se enteren; todos los demás: nuestro incomprensivo e ignorante público intelectual literario. Dígame si “Mediodía” continuará en publicación.
Otro día le escribiré más; me falta tiempo para seguir hoy; pero no quería retrasar más el felicitarle, o el que supiera usted cómo me felicito y alegro (¡alegría espiritual viva!) de su libro admirable.
Muy de veras su amigo siempre.
José Bergamín
CARTA DE GERARDO DIEGO
(Fechada en Gijón el 19 de junio de 1927)
Sr. D. Luis Cernuda:
Amigo y poeta: hace tiempo debí escribirle. Esperando que me enviasen un recorte de “La Voz de Asturias”, único periódico de Oviedo que publicó una reseña decorosa de mi conferencia sobre Góngora en que leí -por cierto, con gran interés de los que no la conocían- su décima de Narciso, he ido retrasando esta carta. El tal recorte parece que definitivamente no me lo envían, se agotó el número. Y encontrando ese otro -tan disparatado, no me eche usted la culpa de lo que me cuelgan- se lo incluyo para que adivine algo al trasluz.
Fue su libro un fresco regalo de mayo. Lo he leído con mayor interés y deleite que el que pudiera deducirse, tal vez, de una fugaz alusión en “La Gaceta Literaria”. Admitido que la poesía sea lo que todos ustedes -casi todos mis amigos- buscan y persiguen, su “Perfil del Aire” es irreprochable, logrado. Mi reparo, mi distingo, no es a su libro, ni a los de Alberti, ni al futuro ¡tan deseado! de Guillén, sino al concepto mismo de la Poesía que tienen ustedes. Guillén lo sabe bien; y distanciado de mí, comprende, (perdona), y hasta admira -o sea, ama, que es mejor- mis versos, equivocados de meta, como yo admiro y creo comprender los suyos. Por supuesto, cito a Guillén porque es con quien más he hablado. Por lo demás me parece una pura necedad casi todo lo que a propósito del “guillenismo” de usted se ha dicho en los periódicos, y estoy totalmente de acuerdo con lo que ha escrito Bergamín.
Esta carta se la enviará usted a Salinas, porque yo no conozco sus señas. Estuve en Sevilla por feria, como usted sabrá, y sentí no conocerle. Otra vez será, que vaya con más calma. Mis amigos Cossío, Alberti, me han hablado mucho de usted. Ya no es usted para mí el “anónimo sevillano” (¿probablemente Fernández Andrada?) cuyos primeros versos me leyó un día Salinas en casa de Juan Ramón. Ni siquiera José Cernuda sino el auténtico Luis, un Luis más de este año de los Luises: Beethoven, Fray Luis. Y navegando por espacios y tiempos “El espíritu de San Luis” y “El espíritu de don Luis” en saltos de horas o de tres siglos.
Mi felicitación, pues, y mi sincera cordialidad.
Gerardo Diego
¡Muchas gracias, Winsta! Más que interesante. Aquí en las Playas, solo el administrador y el que ha hecho la presentación (Rob en este caso), lo pueden borrar. Por si acaso lo hacen, me lo he copiado; pero no veo que haga ningún mal aquí el comentario.
Me siento con poco derecho para participar, pero...
Yo estoy contigo, Robel, en eso de que Cernuda es poco conocido en Andalucía, pero, no nos engañemos, en Andalucía es poco conocido cualquier cosa que huela a poesía.
El pueblo andaluz es indolente y descreído, así lo señalaba ya Machado (los dos). No ha habido tierra que tratase peor a sus poetas, excepto a Alberti que es casi el peor y, para colmo, es de Cádiz...
Extraño pueblo el que se deja conquistar sin oponer resistencia nunca, el que olvida a sus hombres (en genérico no es masculino) grandes y le da la espalda al futuro.
A Cernuda le dolía todo esto, a Lorca lo mataron, a Machado lo perdimos en el camino, a las mujeres no les dimos sitio. El sur también existe (disco al alimón Benedetti-Serrat-Quino), habrá que decírselo a los del sur.
¡He recorrido tantas veces la calle aire buscando la placa que identificaba la casa del poeta! Hoy una cristalería ocupa el solar. A mí me parece un bello símil que el poeta no hubiera dejado pasar. La fragilidad aparente, la trasparencia,
la verdad sin filtros distorsionadores.
Gracias winsta por el artículo. Me lo guardo con el cariño que ambos compartimos por Cernuda. El Sur también existe, amigo Miguel como una ráfaga de viento que aplaca el calor. Últimamente hablo del sur tanto que empiezo a replantearme mis ideas y esa extensión de tierra aparece ante mí como una herida nueva (verdad, Carmen) me temo que una herida grande, tanto o más como el magnolio que todavía sobrevive en una de las esquinas de la catedral de Sevilla (frente a correos), tan grande la herida como lo son la realidad y el deseo.
Que todos disfruteis de un tranquilo día cernudiano.
ay, mi Robel, que le está entrando la morriña... No me la pegues, ¿eh?
¿Podrá alguien publicar aquí el poema "A mis Paisanos", que escribió Cernuda ofendido ante la respuesta de Salinas? Google no ha servido de mucho esta vez. Gracias.
Sí, en Google no está. Aquí lo dejo.
No me queréis, lo sé, y que os molesta
Cuanto escribo. ¿Os molesta? Os ofende.
¿Culpa mía tal vez o es de vosotros?
Porque no es la persona y su leyenda
Lo que ahí, allegados a mí, atrás os vuelve.
Mozo, bien mozo era, cuando no había brotado
Leyenda alguna, caísteis sobre un libro
Primerizo lo mismo que su autor: yo, mi primer libro.
Algo os ofende, porque sí, en el hombre y su tarea.
¿Mi leyenda dije? Tristes cuentos
Inventados de mí por cuatro amigos
(¿Amigos?), que jamás quisisteis
Ni ocasión buscasteis de ver si acomodaban
A la persona misma así traspuesta.
Mas vuestra mala fe los ha aceptado.
Hecha está la leyenda, y vosotros, de mí desconocidos,
Respecto al ser que encubre mintiendo doblemente,
Sin otro escrúpulo, a vuestra vez la propaláis.
Contra vosotros y esa vuestra ignorancia voluntaria,
Vivo aún, sé y puedo, si así quiero, defenderme.
Pero aguardáis el día cuando ya no me encuentre
Aquí. Y entonces la ignorancia,
La indiferencia y el olvido, vuestras armas
De siempre, sobre mí caerán, como la piedra,
Cubriéndome por fin, lo mismo que cubristeis
A otros que, superiores a mí, es ignorancia vuestra
Precipitó en la nada, como al gran Aldana.
De ahí mi paradoja, por lo demás involuntaria,
Pues la imponéis vosotros: en vuestra lengua escribo,
Criado estuve en ella y, por eso, es la mía.
A mi pesar quizá, bien fatalmente. Pero con mis expresas excepciones,
A vuestros escritores de hoy ya no los leo.
De ahí la paradoja: soy, sin tierra y sin gente,
Escritor bien extraño; sujeto quedo aún más que otros
Al viento del olvido que, cuando sopla, mata.
Si vuestra lengua es la materia
Que empleé en mi escribir y, si por eso,
Habréis de ser vosotros los testigos
De mi existencia y su trabajo,
En hora mala fuera vuestra lengua
La mía, la que hablo, la que escribo.
Así podréis, con tiempo, como venís haciendo,
A mi persona y mi trabajo echar afuera
De la memoria, en vuestro corazón y vuestra mente.
Grade es mi vanidad, diréis,
Creyendo a mi trabajo digno de la atención ajena
Y acusándoos de no querer la vuestra darle.
Ahí tendréis razón. Mas el trabajo humano
Con amor hecho, merece la atención de los otros,
Y poetas de ahí tácitos lo dicen
Enviando sus versos a través del tiempo y la distancia
Hasta mí, atención demandando.
¿Quise de mí dejar memoria? Perdón por ello pido.
Mas no todos igual trato me dais.
Que amigos tengo aún entre vosotros,
Doblemente queridos por esa desusada
Simpatía y atención entre la indiferencia.
Y gracias quiero darles ahora, cuando amargo
Me vuelvo y os acuso. Grande el número
No es, mas basta para sentirse acompañado
a la distancia en el camino. A ellos
Vaya así mi afecto agradecido.
Acaso encuentre aquí reproche nuevo:
Que ya no hablo con aquella ternura
Confiada, apacible de otros días.
Es verdad, y os lo debo, tanto como
A la edad, al tiempo, a la experiencia
A vosotros y a ellos debo el cambio. Si queréis
Que ame todavía, devolvedme
Al tiempo del amor. ¿Os es posible?
Imposible como aplacar ese fantasma que de mí evocasteis.
Luis Cernuda
Uff.
¡Gracias por la transcripción, Winsta!
A riesgo de cometer la misma afrenta de Salinas, tendré que leerlo con calma más adelante. Ahora en la oficina burocrática no es el momento propicio para las revelaciones poéticas (ni que uno fuera Kafka).
:-D
¡Un abrazo!
Gracias Robel,
Nombre tuyo tras el silencio, único para decirse tras una sombra de fuego.
Ahora, que puede que nadie lo vea, ni siquiera que tú pases por aquí...
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