02 noviembre 2006

EL PAÑUELO

Por la mañana
doblado con sus flores silvestres
lavado y planchado
apenas ocupaba espacio en el cajón

Ella lo agita en el aire
y se lo ata a la cabeza.

Por la noche se lo quita
y lo deja caer
sin desatar en el suelo.

En un pañuelo de algodón
entre las flores estampadas
un día laborable
ha escrito su sueño.

John Berger (Londres, 1926)

4 comentarios:

NáN dijo...

Que el administrador M, torpiña mía para estas cosas de la vida, ponga que el poema es de John Berger.

Que las flechas que disparas como una arquera Zen no den solo en mi corazón (porque es tierno, me refiero al de nán, para quien esa palabra no es aumentativo de coraza), sino que vivifiquen a muchos.

Que tus razonamientos, siempre tan luminosos, aviven la herida que seguro irán abriendo los textos que propongas.

Lo anterior es para el futuro. El presente es b i e n v e n i d a.

Lara dijo...

Y ya iba yo corriendo e impertinente a preguntar ¿de quién es el poema?
Y ahí estaba Nán, a punto de caramelo, gracias.
Con los brazos abiertos, Lila.

Anónimo dijo...

Cuéntanos, quién eres, en qué mesa te sientas, ¿en qué líos andas metida? Tus credenciales, que nos las creeremos. ;)

Anónimo dijo...

Durante los siglos XVIII y XIX, la mayoría de las protestas más directas en contra de la injusticia social se hacían en prosa. Eran discursos lógicos escritos en el convencimiento de que el mundo volvería a entrar en razón, y de que, al fin y al cabo, ésta está del lado de la historia. Hoy esto no está claro. No hay nada que garantice este final. No podemos fiarnos del futuro. El momento de la verdad es ahora. Y cada vez más, será la poesía, y no la prosa, la receptora de esta verdad. La prosa es mucho más confiada que la poesía, ésta habla a la herida inmediata.