El niño, el poeta, la nodriza, el mar y el mundo conectado
[...] El niño se sentaba con su nodriza al pie de aquella higuera a mediodía, cuando el mar murmuraba con desmayo; callaban.
—Yo seré poeta —dijo él un día, levantando la vista y ladeando la cabeza.
Contemplaba el mar, su cabello rubio ondeaba en el viento cálido, tras las pestañas medio cerradas miraba la lejanía. La nodriza lo abrazó, atrayendo la cabeza hacia sus senos, y le respondió:
—¡Qué va! ¡Tú serás soldado!
—¿Como mi padre? —preguntó el niño, meneando la cabeza—. Mi padre también es poeta, ¿no lo sabías? Siempre está pensando en otra cosa.
—Es verdad —observó la nodriza, suspirando—. No salgas al sol, cielo mío. Te dolerá la cabeza.
Estuvieron largo rato sentados así al pie de la higuera. Escuchaban el mar: su rumor les era conocido. Murmuraba como murmuran los bosques en su patria. El niño y la nodriza pensaron que todo está conectado en el mundo.
[unos 65 años después de la escena de la higuera y el mar]
—¿Qué quieres de ese hombre? —preguntó de repente la nodriza.
—La verdad —respondió el general.
—Conoces muy bien la verdad.
—No la conozco [...] La verdad es precisamente lo que no conozco.
—Pero conoces la realidad —observó la nodriza, con un tono agudo, casi agresivo.
—La realidad no es lo mismo que la verdad —respondió el general—. La realidad son solo detalles. Ni siquiera Krisztina la conocía. Quizás la sepa Konrad. Ahora se la quitaré.
Sándor Marái (1900, Kassa, Hungría – 1989, San Diego, California, EE.UU.). El último encuentro. Narrativa Salamandra.Traducción de Judit Xantus Szarvas.
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14 comentarios:
En agradecimiento a Dominique, con quien acumulo deudas.
Hacía tiempo que no leía nada ni parecido.
(Da pudor decir algo. Romper el blanco. Y el murmullo del mar, claro.)
da gusto, ¿verdad? Este señor cuando escribe es como si sacara el aire y dejara exactamente lo que como lectores hay que ver.
Iba a añadir otro extracto y comentarlo, uniéndolo un poco a las necesidades de los escritores... pero tendrá que ser mañana. Llamó desde Lisboa la hermana de MZarazúa y estuvimos hablando mucho rato, porque quiero sacar en AsB su proyecto de agendas y cuadernos (bueno, es una realidad, no un proyecto, pero en Lisboa) y hemos hablado también de de ir allí unos días en otoño. Consecuencia: no hay tiempo para más blogs. L ha vuelto a casa y mañana se va de viaje. Vamos a estar.
Bye, hasta mañana.
Este segundo extracto de la obra de Márai, añadido después, parece surgido “de manera natural” de la discusión ligera (más un acompañamiento que un debate) que tuvimos Lara y yo sobre Tristram y los escritores que lo leen (directamente o en la obra de otros), porque hace referencia a otro prerrequisito de la literatura que podría ser importante.
La otra mañana compré en la caseta de libros de viejo de San Ginés (ya que está en la calle, siempre que paso rebusco un poco) el número de julio-agosto de 1989 de La Revista de Occidente, dedicado a la “Narrativa española actual” (o sea, de finales de los 80). Si entonces fue bueno este número doble, ahora es una joya con un precio de 5 € (precio y valor no se ponen casi nunca de acuerdo en esta sociedad capitalista).
El primer artículo son 5 respuestas de Don Juan Benet (a 5 preguntas, claro). Ya vamos mal, Lara, creo que el zarzaliano Don Juan no es tampoco de tu devoción. La primera pregunta es: «En La inspiración y el estilo ... decía que cada escritor debía intentar cubrir el hueco existente en el momento...». La respuesta de Benet no importa ahora tanto como la pregunta, que incluye una reflexión anterior del autor.
Nada más subrayar en el libro el extracto que he colgado, pensé en lo que dijo Juan Benet. La literatura que se viene haciendo en España me resulta aburrida porque se ha progresado mucho en “saber escribir”, pero se ha abandonado “el sentido de la escritura”. Ya difícilmente, en nuestra literatura uno se siente, al terminar una novela o un relato, más sabio, o más contento, o más tierno, o con más razones para estar verdaderamente cabreado, o...
Hemos entrado en un nuevo Manierismo en el que el Cómo ha desplazado y barrido los Por qué y los Para qué. Demasiada realidad y Poca verdad.
Pero he dejado también en las 2 últimas líneas una referencia que parece no importar (los personajes no se sabe quiénes son). Lo he hecho por la “gran verdad” de que “la verdad hay que quitarla”. De que probablemente se trata de una operación violenta y dura.
Por esta blogosfera hay varios escritores que lo son ya o están a punto de serlo. Pongo este comentario, esta unión de lo que había dicho Benet y de lo que mucho antes había escrito Sándro Marái. Por si no es descabellado y a alguno de los escritores les hace pensar y les sirve.
Reclamaciones: Revista de Occidente
Solicitud de más información: Juan Benet
Manual del escritor moderno:
Algunos días se levantará usted soñando con poder terminar algún día una novela de la que digan "parece escrita con un bisturí", y que además empiece diciendo "Algún día, todos moriremos..." y termine con "...en realidad, nada importa". Lo que haya enmedio, realmente no tiene demasiada importancia.
Una vez publicado en un práctico tomo ese concentrado de todo lo que de trascendental el autor quiere sacar fuera, podremos abandonarnos sin preocupaciones al manierismo hedonista y juguetón de las formas.
[...]
¿No será, aparte de todo esto y sin tener que ver con ello, que ha cambiado tu forma de leer, a lo largo del tiempo? Pregunto, vamos.
El otro día escuché algo que me gustó mucho sobre la literatura: "le escritura es un oficio de samuráis: hay que dejarse las tripas sobre las páginas". Qué pena que el que estaba al otro lado de la boca fuera Sánchez Dragó.... Berf!!!
ja,ja, já. Vendría de una película japonesa y como se le pega todo.
No, no cambié de forma de leer. Lo que pasa es que ya me llegan pocas cosas con sentido. Que me sirvan en la vida. Lo de las tripas, la sangre, etc., viene de los departamentos de marketing de las multinacionales americanas de la edición. ¡Berzofia pura! Uno lee, tranquilamente. Piensa el mundo con ayuda de lo que lee y se hace una idea de cómo le va en él. Aprende a estar mejor, o peor. O a que los que le rodean lo estén. Y si se quiere pegar dos tiros, aprovecha que pase el camión de la basura, para no molestar al vecino del quinto, que madruga mucho.
Creo que me voy a someter este verano a una dieta compuesta en un 40% por Marái y porProust, que lo tengo muy olvidado y la lana lleva al ovillo.
(nano, no a lo del marketing etc de las multinacionales, lo de las tripas etc tiene sentido para algunos. "uno lee tranquilamente": ni de coña leo yo tranquilamente muchas veces, y escribiendo, no sabes cómo sudo, entre otras cosas.)
Claro que no hay tranquilidad, era una figura para oponer a lo de las tripas; pero se mantiene el tipo sin hacer asapavientos, como suelen hacerlos los superhéroes y sus fans.
El hemingwayismo creo que sí,que es bastante marketiniano (no Hemingway, ojo, sino la corriente testosterónica; y no digo yo que la testosterona no tenga su utilidad en otros campos).
A lo que iba, este libro me parece de una fuerza inmensa, de un dolor inmenso: habla directo al sentido y el corazón humano, pero sin las frases publicitarias de la carne y la sangre.
No sé si me estoy explicando bien. Es algo parecido a los "salvapatrias" que dicen arreglarlo todo con tres tanque y en dos patadas. Están los "samurais que se cortan las tripas y manchan la página"... ja, ja, já, ¡qué cretinos! Cualquier escritor bueno y lector bueno saben de los tendones a la vista. Pero los supermanes se quedaron en casa, viendo la NBA.
Sigo sin saber si me estoy explicando. Pero lo intento.
Me estoy oponiendo a esa ceguera de los que distinguen entre literatura para señoritas y el corte de sable que nos liberará para siempre (así lo proclaman, un mes tras otro, en la publicidad de libros; es como "el partido del siglo", que se juega 5 o 6 veces cada año).
lo intentaré de otra manera.
la buena frase no es la que te hace exclamar ¡oh! ¡ah! ¡guau!
sino la que bien construida, oportuna a la acción, plena de sentido, subrayas sin saber muy bien dónde empiezas y donde terminas (subrayas mucho más de lo necesario). Y ella sola, insidiosamente, se recorta al mínimo imprescindible, se cuela en el periodo de duermevela y te sobresalta. ¡Giras rápido la cabeza, para pillarla! Pero ya no está (se ha escondido dentro de ti y te atacará a la primera ocasión que pueda).
Sin alharacas. Sin anuncios rimbombantes. Sin trailers sangrientos... ¡Date por angustiado! No te queda más remedio que soltar otro poco del lastre de tu cutrez.
(Creo que esta vez he estado más al punto).
Yo creo que quizá estemos confundiendo los términos. Y estoy muy persuadido de que se puede escribir uno de esos "libros para señoritas" no con bisturí, sino con katana y manchando, sí, más de un párrafo de sangre (¡pero no de esa sangre, la de los trailers!).
Es decir, yo me refería (no sé si S.D.) a un estado de espíritu que es posible que tenga que ver con la testosterona, pero con la testosterona de género ambiguo, que da reaños para escribir verdad (verdad más que realidad; verdad que, por otra parte, se adobará ella sola de crudeza.)
Aparte de eso, sí, soy muy de Hemingway. Lo noto en el aire sin haberlo apenas leído (igual esto me condiciona).
No sé si me explico. NáN, con toda tu base, tú la verdad es que no mucho, jeje.
(Sin acritud, un abrazo, todo el cariño desde un cybercafé de Málaga).
Es que son palabras resbaladizas, éstas, y hay mucho marketing y mucho necho en la industria, y mas todavía en el sector audiovisuá, haciendo un ruido mediático que lo disfraza todo.
Creo que en el anterior mío estaba mejor explicado. Desde luego, si no hubiera sido una frase del señor Sánchez, no habría saltado de esa manera contra el sector de los hemingwayanos.
Por ejemplo, a mí me parece que Proust hace una sangre bestial. Pero no practica el tan de moda actualmente "lo que sea eXtreme".
No obstante, si se pudiera reconducir el debate no al márketing-testosterónico-y esto-es-la-hostia, sino a la diferencia entre realidad y verdad, que proponía el autor, me encantaría, porque eso sí me importa y no lo entiendo del todo.
¡Vivan los Cybers! Besos
¿La diferencia entre realidad y verdad? Veamos qué se puede hacer:
1. La verdad es la esencia de la realidad. (Aunque no sea así para todo el mundo.)
2. La verdad es una señora distinguida. La realidad, sintiéndolo mucho, no puede comportarse de otro modo que como una mujer vulgar.
3. No siempre podemos decir que la verdad sea real, en el sentido de "verosímil" o incluso de "comprensible". Por lo mismo, sospecho que puede sucedernos que la verdad más rotunda para nosotros resulte del todo trivial (o increíble) a ojos de los demás.
4. No creo que haya tantas verdades como hombres. Lo que sí hay, en todo caso, son realidades... Verdades, verdades, sólo unas pocas.
A mí me parece que hablar de la dualidad entre verdad y realidad en tanto el texto de la entrada puede ser una discusión interesante, pero considero el tema per se una discusión meramente epistemológica y, por consiguiente, una pérdida de tiempo.
Sólo diré esto: la realidad es un asunto indiferente a estas letras, a este blog, a la tasa del paro femenino y a las órbitas de Orión; y tan inasible como el intentar imaginarse el dormitorio de uno cuando uno no está en él (si lo imagina, ya está ahí de alguna manera: no vale); la verdad es un constructo intelectual, y por tanto insustancial, que intenta explicar primero y justificar/protestar después todo lo anterior.
Que lo pasen bien. Pásenme informe final de sus conclusiones a doble espacio y una cara dura enorme.
(Hey, esto es un personaje. Lo pone arriba.)
Personaje, por tu tendencia a lo explosivo: ¡no serás el infame informante de Telespe! El que con su frasecita estupútrida de pátrida trajo estos lodos.
No, claro que no, porque firmarías "Caricatura".
No hay tiempo que perder: perdamos el tiempo a placer sin hacer caso de los que buscan la última palabra y la solución final, el deus ex machina y la sangre todo en uno. Un discurso que dure lo que la vida y no la agote.
Y por no mezclar, libre ya, entraré más tarde para seguir hablando con Mega. Desde otro comentario. (Señora Anónimo, tendrá sus copias).
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