30 diciembre 2006

Bueno, aunque la verdad vengo aquí a darles a todos un abrazo cibernético de año nuevo, mandarles mis mejores deseos para el año que comenzará y decirles que ha sido un placer reencontrar aquí a viejos amigos y conocer a otros más nuevos pero igual de significativos, pongo un poema que no es muy festivo que digamos. Pero es hermosísimo (enfatizando el "sísimo", meollo del asunto como dice nuestro buen Nán). El poema ha estado en mi mente todo el día a raíz de una discusión sobre poetas políticos y políticos poéticos (que agarró otras buenas vertientes) en I Hate Music, uno de los foros de discusión que frecuento. Anyway, les dejo con el hermano peruano César Vallejo, de mi libro favorito suyo, Poemas Humanos:


Un hombre pasa con un pan al hombro

Un hombre pasa con un pan al hombro
¿Voy a escribir, después, sobre mi doble?

Otro se sienta, ráscase, extrae un piojo de su axila, mátalo
¿Con qué valor hablar del psicoanálisis?

Otro ha entrado en mi pecho con un palo en la mano
¿Hablar luego de Sócrates al médico?

Un cojo pasa dando el brazo a un niño
¿Voy, después, a leer a André Bretón?

Otro tiembla de frío, tose, escupe sangre
¿Cabrá aludir jamás al Yo profundo?

Otro busca en el fango huesos, cáscaras
¿Cómo escribir, después del infinito?

Un albañil cae de un techo, muere y ya no almuerza
¿Innovar, luego, el tropo, la metáfora?

Un comerciante roba un gramo en el peso a un cliente
¿Hablar, después, de la cuarta dimensión?

Un banquero falsea su balance
¿Con qué cara llorar en el teatro?

Un paria duerme con el pie a la espalda
¿Hablar, después, a nadie de Picasso?

Alguien va en un entierro sollozando
¿Cómo luego ingresar a la Academia?

Alguien limpia un fusil en su cocina
¿Con qué valor hablar del más allá?

Alguien pasa contando con sus dedos
¿Cómo hablar del no-yó sin dar un grito?

28 diciembre 2006

Dinner for one (Der 90. Geburtstag)
Hace poquito una persona muy especial para mi me presentó una curiosa tradición alemana para celebrar la llegada del Año Nuevo, una de las más conocidas y queridas por los germanos. Su curiosidad radica principalmente en que nada tiene que ver ni con Alemania ni con la Noche Vieja y aún así está presente en la mayoría de los hogares alemanes desde hace más de cuarenta años, tooodas tooodas las Navidades. Consiste en un sketch cortito, escrito para el teatro por el británico Lauri Wylie allá por los años 20 del siglo pasado. Interpretado por la pareja de cómicos británicos Freddie Frinton y May Warden en su lengua original, fue grabado en los estudios de la Norddeutscher Rundfunk en 1963. En 1988 se llevó el premio Guinness al programa televisivo más repetido de la historia de la “pequeña pantalla”, y se sigue llevando la palma en esa categoría- en el 2005 lo repitieron unas 230 veces entre Alemania, Austria, Suecia, Finlandia, Dinamarca y Suiza, donde se ha convertido en una pieza de culto, todo un clásico navideño. Enga, que lo disfrutéis, Szczesliwego Nowego Roku und ein Glueckliches Neues Jahr!


27 diciembre 2006

Como cuando, de niño, volvía al internado
tras el sueño feliz y libre del verano,
se despierta cansado, de mal humor, con ese
viejo regusto a estafa. Desayuna y enciende,
entre molestas toses, el primer cigarrillo
—le hace daño, lo sabe, lo tiene prohibido,
pero se dice de algo hay que morir—. Qué importa
un poco de veneno más, si la vida es corta,
por mucho que se estire, y está ya envenenada.
La vida, este inútil trabajo, esta batalla
a muerte y sin descanso, que le obliga a lanzarse
un día más, sin ganas ni ilusión, a la calle.

Ante sí, otra mañana, calcada, repetida,
agobiante y penosa como una cuesta arriba,
que hay que salvar. Lo mira con desdén la portera.
Un vecino lo esquiva..., mejor. Mientras espera
el autobús o un taxi, le asalta la pregunta
de siempre, inevitable: «¿qué hago aquí?». Sin duda,
nada, o apenas nada que merezca el esfuerzo.
—Por momentos, envidia esa paz de los muertos.—
Se eterniza el camino en múltiples atascos
que son como la imagen a escala del gran caos
de este final de siglo, febril y cambalache,
que oculta sus miserias con elegantes trajes
y juguetes de lujo. Con fingido entusiasmo,
lo recibe un colega al llegar al despacho.
Se acomoda y reanuda el trabajo pendiente.
«A las doce —le anuncian— reunión con el jefe.»
Redactar un proyecto, escribir unas cuñas
para un nuevo producto de belleza, que nunca
podrá lograr que nadie sea más bello por dentro
ni más feliz, por más que nos prometa sueños.
El tedio de mentir, el asco de saberse
cómplice de este burdo rey Midas que convierte
en mercancía todo lo que tocan sus manos.
Mas el banco no espera —se cobra lo prestado,
con usura y con creces—. La trampa es tan grosera
que sueña echarse al monte, pero ya no es quien era.

Consulta su reloj. Entre una cosa y otra
—reuniones, proyectos— va llegando la hora
de comer. Se despide hasta luego. En un chino,
ante un plato de arroz tres delicias refrito
y una ensalada china, le sigue dando vueltas
al tema de la vida malgastada. Comprueba,
al apurar su taza de té, que es el segundo
paquete el que estrena. Total, la vida es humo.

Le queda tiempo aún para estirar las piernas
antes de proseguir. Un canto de sirenas
lo llama desde un cutre salón recreativo
y entra al trapo, sabiendo de sobra que es un timo.
Sólo para tentar su suerte o sentir algo,
un poco de emoción, como quien bebe un trago,
se deja seducir por una tragaperras
que, al cabo, le confirma que todo es una mierda.
En fin, otra razón de más, otro motivo
para pensar en serio en un remate digno,
pero la vida, astuta, sabe jugar sus cartas;
hacerle eso a su hijo sería una putada.
Hay que seguir. La tarde no ofrece nada nuevo:
proyectos, reuniones... En resumen, el tedio
de mentir, de saberse cómplice del mercado,
Polifemo insaciable que nos va devorando.
Sobre las nueve cierra su ordenador. Acaba,
hoy como ayer, un día idéntico a mañana.

Opta por desandar, paseando, el camino
de regreso. La noche lo tienta con sus brillos,
con sus archisabidas promesas, que desoye
porque, por experiencia, sabe ya lo que esconden.
Una atractiva joven se le acerca y le pide
fuego... Quizás podría..., pero no se decide
a dar el paso. No, no está para esos juegos
que exigen entusiasmo, dedicación y un cierto
grado de confianza en uno y en su hombría
—bastante quebrantada, sin moral, distraída
con otras obsesiones—. Cruza el centro, rumiando,
en soledad ruidosa, lo absurdo de su estado.
Mientras la juventud, en los bares de moda,
se agita y bulle, pasa pensando en otra época,
en noches de aventura y deseo, interminables;
sabía allí la vida a lo que ya no sabe.

Ensimismado y lejos de todo, con su exilio
interior, llega a casa, cansado. Ya su hijo
duerme. Le deja un beso en la frente y se queda
a su lado un instante. En el salón, lo espera
su mujer. Se saludan con frialdad. —Su rostro
presagia la tormenta; se masca mar de fondo.—
Sin apartar los ojos de su labor, pregunta,
seca: «¿Qué has hecho hoy?» En la tele se anuncia
la panacea de todos los males. Le responde:
«Trabajar.» Ella dice que eso ya lo supone,
«pero ¿en qué?». Demasiado... ¿Cómo contar la nada,
el tedio, la rutina, la relación forzada,
forzosa?... «¿No comprendes que me paso los días
sola, que necesito que llegues y me digas
que existo y que te importo?... Estoy sola, ¿lo entiendes?»
Lo entiende, pero ¿y ella? ¿Comprende que la gente
no acompaña?... Se lanzan mutuamente reproches,
como dos enemigos defienden posiciones
encontradas, se dicen lo que tal vez no sienten,
sólo por humillarse, sólo por defenderse.
Sin control, la tormenta va subiendo de tono,
gritan, se desesperan, se amenazan... Y todo
¿por qué?, se lo pregunta más tarde, cuando ella,
llorando, se retira a la cama. ¿No era
esto lo que esperaba todo el día, el momento
de regresar a casa, a su isla, a su centro,
olvidarse del mundo, de sus trampas y pompas,
cerrar la puerta a todo, al menos unas horas?

De mal humor, nervioso, enciende un cigarrillo,
el último. Se lava los dientes, cierra grifos
y cerrojos, se pone el pijama y se acuesta.
Ella nota su roce y se da media vuelta.
Bastaría decir perdona, mas ninguno
de los dos quiere dar por perdido ese pulso
—tendrían que sentirse culpables, para ello,
y no hay culpables, sólo víctimas del enredo—.
Como dos enemigos, con sus dos soledades
de espaldas, se vigilan por si acaso uno hace
un gesto que propicie el encuentro, el abrazo,
la paz que ambos desean..., pero esperan en vano.
Lo que llega es el sueño, como una dulce tregua
de libertad, el sueño, la muerte por entregas.



Javier Salvago (Paradas, Sevilla, 1950)

de su libro Ulises
Pre-Textos, 1996, Valencia

21 diciembre 2006

Desde entonces la tierra se quedó baldía y como en ruinas. Daba pena verla llenándose de achaques con tanta plaga que la invadió en cuanto la dejaron sola. De allá para acá se consumió la gente; se desbandaron los hombres en busca de otros "bebederos". Recuerdo días en que Comala se llenó de "adioses" y hasta nos parecía cosa alegre ir a despedir a los que se iban. Y es que se iban con intenciones de volver. Nos dejaban encargadas sus cosas y su familia. Luego algunos mandaban por la familia aunque no por sus cosas, y después parecieron olvidarse del pueblo y de nosotros, y hasta de sus cosas. Yo me quedé porque no tenía adonde ir. Otros se quedaron esperando que Pedro Páramo muriera, pues según decían les había prometido heredarles sus bienes, y con esa esperanza vivieron todavía algunos. Pero pasaron años y años y él seguía vivo, siempre allí, como un espantapájaros frente a las tierras de la Media Luna.

Pedro Páramo (1955) de Juan Rulfo (Sayula, Jalisco 1917 - Ciudad de México, 1986).

18 diciembre 2006

Pero permítame que me presente: Jean-Baptise Clamence, para servir a usted. Encantado de conocerlo. Pobablemente es usted un hombre de negocios, ¿no es así? ¿Más o menos? ¡Excelente respuesta! Y también muy cuerda, pues en todo somos siempre más o menos. Veamos, permítame hacer un poco el papel de pesquisante. Tiene usted más o menos mi edad, el ojo avezado de los cuarentones que, más o menos, están todos ya de vuelta. Va usted más o menos bien vestido, es decir, como lo hacemos en Francia, y tiene las manos suaves. ¡De manera que es más o menos un burgués! Pero ¡un burgués refinado! Que le choquen los pretéritos imperfectos de subjuntivo prueba doblemente su cultura. Primero, porque los reconoce, y luego porque le irritan los nervios. Por último veo que le divierto, lo cual, sin vanidad, supone en usted cierta amplitud de espíritu. De modo que, más o menos es usted..., pero ¿qué importancia tiene? Las profesiones me interesan menos que las sectas. Permítame que le haga dos preguntas y respóndalas únicamente en el caso de que no las juzgue indiscretas. ¿Tiene usted bienes de fortuna? ¿Algunos? Bien. ¿Lo compartió con los pobres? No. Entonces es lo que yo llamo un saduceo. Si no practicó las Escrituras, hay que reconocer que no ha progresado usted gran cosa. ¿No? Entonces, ¿conoce usted las Escrituras? Decididamente usted me interesa.


La caída (1956), de Albert Camus (Mondovi, Argelia, 1913; Le Petit-Villeblevin, Francia, 1960).
Traducción de
Alberto Luis Bixio.

15 diciembre 2006

EL OFICIO DEL POETA

Contemplar las palabras
sobre el papel escritas,
medirlas, sopesar
su cuerpo en el conjunto
del poema, y después,
igual que un artesano,
separarse a mirar
cómo la luz emerge
de la sutil textura.
Así es el viejo oficio
del poeta, que comienza
en la idea, en el soplo
sobre el polvo infinito
de la memoria, sobre
la experiencia vivida,
la historia, los deseos,
las pasiones del hombre.

La materia del canto
nos lo ha ofrecido el pueblo
con su voz. Devolvamos
las palabras reunidas
a su auténtico dueño.

José Agustín Goytisolo (Barcelona 1928 - 1999)

14 diciembre 2006

Gerardo y Cristina anoche en Yucatán.

Antes que nada, una buena cena mexicana (carnitas michoacanas de surtido y maciza, memelas de pastor y de bistec):














Cristina con su memela de pastor:














Tomando las cervezas en Slavia (de mis bares favoritos):














Cristina en Slavia:














- - -

Nán, muchas gracias por el libro de Vila-Matas y la revista sobre tu bar! Excelente el dibujo en el que sales tú.

Miguel y Lara, gracias por el libro! Lara, Miguel me acaba de informar del incendio del almacén así que me siento honrado de tener una copia. Lo leeré con gusto!

Y gracias igual a Cristina por los libros de Javier Marías, y la visita corta pero intensa!

13 diciembre 2006


Walking Around

Sucede que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
navegando en un agua de origen y ceniza.

El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.

Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.

Sin embargo sería delicioso
asustar a un notario con un lirio cortado
o dar muerte a una monja con un golpe de oreja.
Sería bello
ir por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío

No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tapias mojadas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.

No quiero para mí tantas desgracias.
No quiero continuar de raíz y de tumba,
de subterráneo solo, de bodega con muertos
ateridos, muriéndome de pena.

Por eso el día lunes arde como el petróleo
cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche.

Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
a calles espantosas como grietas.

Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos
colgando de las puertas de las casas que odio,
hay dentaduras olvidadas en una cafetera,
hay espejos
que debieran haber llorado de vergüenza y espanto,
hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.

Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,
con furia, con olvido,
paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
y patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
calzoncillos, toallas y camisas que lloran
lentas lágrimas sucias.

Residencia en la tierra, de Pablo Neruda.

11 diciembre 2006

“De camino a Babadag", Andrzej Stasiuk
Sí, no es más que ese miedo, esa búsqueda, las huellas, las historias, que han de disimular la inalcanzable línea del horizonte. Una vez más se ha hecho de noche y todo se aleja, desaparece cubierto por el cielo negro. Estoy solo y me obligo a recordar todo lo sucedido, porque me atormenta el miedo al infinito. El alma se disuelve en el espacio como lo haría una gota en las profundidades del oceáno, y yo soy demasiado cobarde para creerlo, muy viejo ya para afrontar la pérdida, y creo que sólo a través de lo palpable es posible alcanzar el consuelo, que mi cuerpo no encontrará refugio mas que en el cuerpo del mundo. Deseo ser enterrado en todos aquellos lugares que visité y que aún me quedan por visitar. La cabeza entre las verdes colinas de Zemplén, el corazón en Transilvania, la mano derecha en Czarnohora, la izquierda en Spisska Bela, la vista en Bucovina, el olfato en Rãsinari, los pensamientos puede que por aquí... Así es como me lo imagino ahora, de noche, mientras el eco del torrente retumba en la oscuridad y el deshielo limpia las manchas que dejó la nieve. Recuerdo los viejos tiempos, cuando tantos y tantos se ponían en camino pronunciando nombres de ciudades lejanas, que sonaban a hechizos: París, Londres, Nueva York, Berlin, Sydney... Para mí sólo existían como marcas en el mapa, puntos rojos y negros perdidos entre los inmensos espacios verdes y celestes. No era capaz de sentir deseo por simples sonidos. Las historias atadas a ellos no eran más que ficción. Llenaban los huecos del tiempo, mataban el aburrimiento. En aquellos tiempos lejanos cualquier viaje se asemejaba a la huida. Olía a histeria y desesperación. (...)

Guisantes, “Casa de día, casa de noche”, de Olga Tokarczuk
No hace falta salir de casa para conocer el mundo- dijo Marta de pronto mientras pelábamos los guisantes en el escalón de su casa. Pregunté: ¿cómo?. Pensé que igual se refería a que bastaba con leer libros, ver el telediario, escuchar la radio Nowa Ruda, vagar por internet, ojear periódicos o participar en los cuchicheos de la tienda. Pero ella hablaba de lo vano de los viajes.

En los viajes te tienes que ocupar de ti mismo para poder salir adelante, tienes que observarte y comprobar si encajas en el mundo. Estás centrado en ti mismo, piensas en ti, cuidas de ti. En los viajes, antes o después, te topas contigo, como si fueses tú su objetivo. En tu propia casa simplemente eres, no tienes que luchar contra nada, ni intentar conquistar nada. No tienes que prestar atención a las conexiones ferroviarias ni a los horarios, puedes prescindir de las exaltaciones y de las decepciones. Te puedes colgar en una percha y es entonces cuando más puedes ver.

Dijo algo así y se quedó callada, Sus palabras me sorprendieron, porque Marta no conocía viajes más largos que hasta Wambierzyce, Nowa Ruda o Walbrzych.



Fragmento de El desencanto (1976), de Jaime Chávarri (Madrid, 1943), devastador documental sobre la vida, obra y decadencia de la saga Panero.

09 diciembre 2006

Sueños

La primera noche tuve un sueño inmóvil. Soñé que soy puro mirar, ver puro sin cuerpo ni nombre. Estoy suspendida muy por encima del valle, en un punto indefinido, desde el cual puedo verlo todo, o casi todo. Me desplazo en ese mirar, pero sigo en el mismo lugar. Es más bien el mundo que veo el que se rinde a mis ojos, se mueve, se aleja, para que pueda abarcarlo entero o fijarme sólo en los detalles. Así veo el valle, y la casa que se halla en su centro, pero no es mía la casa, ni tampoco el valle, porque a mi nada me pertenece, porque ni yo misma me pertenezco, porque ni siquiera existe un yo. Veo la ondulada linea del horizonte, que abraza el valle, veo el torrente agitado, turbio, que fluye entre sus colinas. Veo árboles anclados al suelo como si fueran animales unípedos, e inmóviles. La inercia de lo que veo es aparente. Si lo deseo, puedo atravesar las apariencias. Entonces veré, bajo la corteza, arroyos de agua y de jugos vitales, que circulan de un lado para otro, hacia arriba y hacia abajo. Bajo las tejas veré cuerpos de gente dormida, su inercia también es aparente- sus corazones palpitan con suavidad, susurra la sangre, sus sueños no son reales, porque puedo ver que no son más que trozos de imágenes palpitantes. Ninguno de esos cuerpos dormidos me es más cercano, ninguno me es más lejano. Simplemente los observo y me veo reflejada en la confusión de sus pensamientos oníricos- es entonces cuando descubro esa singular verdad. Que no soy más que una mirada, sin reflexión, juicio, ni pasiones. Y me doy cuenta de algo más- que puedo ver también a través del tiempo, que así como cambio mi punto de vista en el espacio, lo puedo hacer en el tiempo, como un cursor que recorre la pantalla por sí solo o ajeno a la existencia de la mano que lo guía. Sueño así una eternidad, o al menos eso me parece. No existe el antes ni el después, no espero tampoco la llegada de nada nuevo, porque nada puedo adquirir, nada puedo perder. La noche no acaba nunca. Nada ocurre. Ni siquiera el tiempo puede alterar lo que veo. Miro y no reconozco nada nuevo, ni tampoco olvido lo que ya he visto.

Así empieza el ecléctico libro "Casa de día, casa de noche" de Olga Tokarczuk, escritora en cuyos mundos me encanta habitar. Os recomiendo "Un lugar llamado Antaño", que es lo poco que podéis encontrar en español, aunque quizá esto no sea un club de lectura y me haya equivocado, por tanto, de táctica... hmmm...


08 diciembre 2006

Dos monos de Bruegel

Así es mi gran sueño del exámen de graduación:
Dos monos encadenados, sentados en una ventana.
Tras ella revolotea el cielo,
Chapotea el mar.

Me examino de historia de las personas.
Titubeo, vacilo,
Y sigo adelante.

Un mono clava en mí su mirada, escucha, irónico, mis respuestas
El otro dormita, o eso parece-
Mas cuando a la pregunta le sigue el silencio
Me secunda con el suave tintineo de sus cadenas.
Wislawa Szymborska (Kórnik, 1923)

05 diciembre 2006

Dos poemas para gente a la que le duele el corazón.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

El primero, dramático como el tango (aunque la poeta no sea argentina):

"Ya no"

Ya no será
ya no
no viviremos juntos
no criaré a tu hijo
no coseré tu ropa
no te tendré de noche
no te besaré al irme
nunca sabrás quién fui
por qué me amaron otros.
No llegaré a saber
por qué ni cómo nunca
ni si era verdad
lo que dijiste que era
ni quién fuiste
ni qué fui para ti
ni cómo hubiera sido
vivir juntos
querernos
esperarnos
estar.
Ya no soy más que yo
para siempre y tú
ya
no serás para mí
más que tú. Ya no estás
en un día futuro
no sabré donde vives
con quién
ni si te acuerdas.
No me abrazarás nunca
como esa noche
nunca.
No volveré a tocarte.
No te veré morir.

-- Idea Vilariño, poeta uruguaya.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Y el segundo, triste e irónico, justo como el Día de Muertos:

"Para los que llegan a las fiestas"

Para los que llegan a las fiestas
ávidos de tiernas compañías,
y encuentran parejas impenetrables
y hermosas muchachas solas que dan miedo
pues uno no sabe bailar, y es triste;
los que se arrinconan con un vaso
de aguardiente oscuro y melancólico,
y odian hasta el fondo su miseria,
la envidia que sienten, los deseos;

para los que saben con amargura
que de la mujer que quieren les queda
nada más que un clavo fijo en la espalda
y algo tenue y acre, como el aroma
que guarda el revés de un guante olvidado;

para los que fueron invitados
una vez; aquellos que se pusieron
el menos gastado de sus dos trajes
y fueron puntuales; y en una puerta,
ya mucho después de enterados todos,
supieron que no se cumpliría
la cita, y volvieron despreciándose;

para los que miran desde afuera,
de noche, las casas iluminadas,
y a veces quisieran estar adentro:
compartir con alguien mesa y cobijas
o vivir con hijos dichosos;
y luego comprenden que es necesario
hacer otras cosas, y que vale
mucho más sufrir que ser vencido;

para los que quieren mover el mundo
con su corazón solitario,
los que por las noches se fatigan
caminando, claros de pensamientos;
para los que pisan sus fracasos y siguen;
para los que sufren a conciencia,
porque no serán consolados,
lo que no tendrán, los que puedan escucharme;
para los que están armados, escribo.

-- de Rubén Bonifaz Nuño, mexicano, del libro "Los trabajos y los días" (1956).

01 diciembre 2006

[...]

Una luna de navajazo escoltaba una caravana de nubes en fuga y de la ciudad subía la excitación de las noches de fiesta, cuando aún las mejillas de los hombres no raspan, las mujeres conservan su perfume y en el aire navegan las promesas de la noche como aviones haciendo cola para aterrizar.

[...]

"¿Adónde vamos?", quiso saber Marina, que aún sentía su mano esquiando sobre su cuerpo. Y Bernard le dio la única respuesta a la que ningún viajero se puede resistir: "Ya verás".

[...]

Ni siquiera supo en qué momento él le había cambiado al chófer la dirección. Aunque recordaba muy bien la ruta del aeropuerto -- el viajero se fija en lo que deja porque ya presiente la nostalgia --, nunca la había hecho pegada a la boca de un hombre. Ni que hubiese sido la última boca, el último hombre.

[...]

Tardaría en desmigajar toda esa primera vez, pero a cambio pudo ponerle un nombre a ese otro olor de Bernard que había estado echando de menos, y que al fin pudo nombrar como si fuese la última pieza de un rompecabezas de perfumes. Era el mismo olor de las sombras sobre la Sabana y el del fondo de los ojos del piloto, y lo dejaba a uno sin saber ni dónde estaba el sur. Resultaba difícil de reconocer, el olor del viaje, porque además cambia las cosas a su paso.

Ya verás, de Pedro Sorela (Bogotá, 1951)

30 noviembre 2006

ESTAR EN TI

Yo no entro en ti para que tú te pierdas
bajo la fuerza de mi amor;
yo no entro en ti para perderme
en tu existencia ni en la mía;
yo te amo y actúo en tu corazón
para vivir con tu naturaleza,
para que tú te extiendas en mi vida.
Ni tú ni yo. Ni tú ni yo.
Ni tus cabellos esparcidos aunque los amo tanto.
Sólo esta oscura compañía. Ahora
siento la libertad. Esparce
tus cabellos. Esparce tus cabellos.

Antonio Gamoneda (Oviedo, 1931)

29 noviembre 2006

Y de vez en cuando me lo sacaba del bolsillo y lo contemplaba, con una mirada de asombro y no diré de afecto, porque de eso yo no soy capaz. Pero durante algún tiempo me inspiró, creo, una especie de veneración, ya que tenía por cierto que no era un talismán, sino que tenía una función muy específica que me sería siempre velada. De modo que podía interrogarle sin fin y sin peligro. Porque no saber nada no es nada, no querer saber nada tampoco, pero lo que es no poder saber nada, saber que no se puede saber nada, éste es el estado de la perfecta paz en el alma del negligente pesquisidor.

Molloy, Samuel Beckett (Foxrock, Irlanda, 1906-1989)
Traducción de Pere Gimferrer.

28 noviembre 2006

"La clase obrera va al paraíso"

Una vez me enamoré de una trotskista.
Me gustaba estar con ella
porque me hablaba de Marx,
de Engels, de Lenin
y, desde luego, de León Davidovich.
Pero, más que nada,
porque estaba en verdad como quería.
Tenía las piernas más hermosas de todo el
movimiento comunista mexicano.
Su senos me invitaban a
mantener con ellos actitudes fraccionales.
Las caderas, que eran pequeñas, redondas,
trazadas por no sé qué geometría lujuriosa,
lucían ese movimiento binario
que forma cataclismos en las calles populosas.
Un día, cuando me platicaba que:
''Lenin había visto con lucidez
que la época de los dos poderes llegaba a su fin",
yo le tomé la mano;
ella continuó:
''Pero el problema básico
era la concientización de los soviets".
Yo no despegaba los ojos de sus senos.
Un botón de audacia meditaba
y me vuelvo un hombre rico.
Y ella proseguía:
''Había que reforzar el papel de la vanguardia".
No me pude contener
y la estreché a mi cuerpo, con la boca de cada poro mío
buscando otros iguales en su carne.


-- Fragmento de un poema de Enrique González Rojo (Ciudad de México, 1928). En su página web hay varios textos suyos para descargar (desafortunadamente no se puede encontrar completo en Internet el de la presente nota).

27 noviembre 2006

FRATRES MINORES

Con mentes que aún flotan sobre sus testículos,
ciertos poetas, tanto aquí como en Francia,
aún suspiran sobre el hecho establecido y natural
que hace ya tiempo Ovidio trató por entero.
Aúllan. Se quejan con métrica delicada y exhausta
de que la contracción de tres nervios en el abdomen
sea incapaz de producir un Nirvana que dure.

Ezra Pound (Hailey, Idaho, EEUU 1885 - Venecia 1972), Personae (1909).
Traducción de Muñárriz y Talens.

25 noviembre 2006

30

La "Marcha sobre Madrid"

Cierre de fronteras

La agencia "Cook" había anunciado en todos los países un viaje económico en grupos para presenciar la llegada de Dios, y diariamente atravesaban las fronteras millares y millares de extranjeros, que afluían en interminables caravanas hacia Madrid. Pronto la capital de España pasó de dos millones de habitantes y amenazó con llegar a tres.
El Gobierno, resuelto por fin a actuar como tal en aquel asunto, cerró las fronteras el 17 de abril. Ya era tiempo. En tal momento el número de los inmigrados excedía los nueve millones.
Pero si las fronteras podían cerrarse al paso de los extranjeros, era imposible impedirles el tránsito por vía férrea y por carretera a los naturales del país. Y no había que olvidar que cada ciudadano español tenía pensado en su fuero interno:
-Yo no me pierdo la llegada de Dios. El día 10 de mayo me amanece a mí en el Cerro de los Ángeles o dejo de llamarme Eleuterio*.


* Esto lo decían los que se llamaban Eleuterio, claro. Los demás decían otras cosas parecidas.


La tournée de Dios (1932), Enrique Jardiel Poncela (Madrid 1901-1952).

22 noviembre 2006

Navigare necesse est, vivere non necesse

(Pompeyo)

Os argonautas

O barco

Meu coração não agüenta

Tanta tormenta, alegria

Meu coração não contenta

O dia

O marco

Meu coração

O porto

Não

Navegar é preciso

Viver

Não é preciso

O barco

Noite no teu tão bonito

Sorriso solto, perdido

Horizonte e madrugada

O riso

O arco

Da madrugada

O porto

Nada

Navegar é preciso

Viver

Não é preciso

O barco

O automóvel brilhante

O trilho solto, barulho

Do meu dente em tua veia

O sangue

O charco

Barulho lento

O porto

Silêncio

Navegar é preciso

Viver

Não é preciso

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Los argonautas

El barco. Mi corazón no aguanta tanta tormenta, tanta alegría. Mi corazón no se contenta. El día, el límite. Mi corazón. El puerto. No. Navegar es necesario, vivir no es necesario. El barco. La noche en tu sonrisa tan hermosa, solitaria, perdida, perdida madrugada y horizonte. La risa, el arco de la madrugada. El puerto, nada. El barco: el automóvil brillante. El camino abandonado, ruido de mi diente en tu vena. La sangre, el charco. Ruido lento. El puerto. Silencio. Navegar es necesario; vivir, vivir no es necesario.


Os argonautas, de Caetano Veloso (Santo Amaro de Purificação, Bahía, Brasil, 1942)

[Mi traducción]

21 noviembre 2006

Antes de todo me vais a perdonar.
Quizás sea la soledad impuesta por las multinacionales que hacen que me encuentre a miles de kilómetros de mi amor, quizás sea el exceso de trabajo o la presión, quizás sea que estoy poco acostumbrado a vivir solo, pero la verdad es que me encantaría ahora ser aire y volar veloz hasta Alemania.

Un beso a Paco si lee esto

y para que todos reflexionemos un poco sobre el aire que llevamos en nuestros pulmones y que nos sirve para gritar, cantar o hablar; el aire que somos con nuestro oxígeno y nitrógeno; y el aire que nos gustaría ser...


Una noche de resaca
al tratar de despertar
noté que por el ombligo

me empezaba a desinflar.

que mi cuerpo se arrugaba
como un papel vegetal
e iba pasando qué curioso
al estado gaseoso.


Y tras la metamorfosis
me sentí mucho mejor
era un aire gris oscuro
y con bastante polución

se notaba en cualquier caso
que era aire de ciudad
que si bien no es el más sano
lo prefiere el ser humano.

Aire
soñé por un momento que era aire
oxígeno, nitrógeno y argón
sin forma definida ni color
fui aire volador

Como yo soy muy consciente
hasta en esta situación
decidí ser consecuente
con mi nueva dimensión

y probé a ser respirado
por la que duerme a mi lado
sin entrar en pormenores
yo sé hacer cosas mejores

Como no me satisfizo
la experiencia sexual
se me inflaron los vapores
me convertí en huracán

di unas tres o cuatro vueltas
y a la quinta me cansé
este cuarto es muy pequeño
para las cosas que sueño

Aire

Y lo siento por mi novia
y el cristal que me cargué
me escapé por la ventana
y en picado me lancé

pero tuve mala suerte
y cuando iba a remontar
me volví otra vez humano
no faltéis al funeral.


Aire, de José Mª Cano (Madrid, 1959)

20 noviembre 2006

15.

Sí, te odio. Sí, te perdono.
El amor es un torrente continuo.
Como sé que no vas a ser capaz de ir solo a la muestra de Riltse (ya estoy oyéndote: demasiados "recuerdos" -las comillas son tuyas-), el jueves a las siete voy a estar en la puerta del museo.
Soy la chica baja y ojerosa del impermeable amarillo (si llueve), o la que acaba de bajarse sin aliento de su bicicleta verde (si el tiempo está bueno).
No podés equivocarte.
Odio tener que decirlo, pero es tu última oportunidad.


El Pasado, Alan Pauls (Colegiales, Buenos Aires, 1959)

19 noviembre 2006

Un hombre, que no podía casar a una hija muy fea, visitó al rabino Shimmel de Cracovia.
-Tengo una gran pena en el corazón -le dijo al Rev- porque Dios me ha dado una hija fea.
-¿Cuán fea? -preguntó el rabino.
-Si la tumbara en un plato al lado de un arenque, usted no podría distiguir quién es quién.
El rabino de Cracovia pensó un largo rato y por último preguntó:
-¿Qué clase de arenque?
El hombre, sorprendido por la pregunta, pensó rápidamente y contestó:
-Eh... un arenque de Bismark.
-¡Qué lástima! -exclamó el rabino-. Si fuera del Báltico tendría más posibilidades.

He aquí un cuento que ilustra la tragedia de las cualidades transitorias de la belleza. ¿Se parece realmente esta muchacha a un arenque? ¿Por qué no? ¿Habéis visto algunas de esas cosas que caminan por ahí estos días, sobre todo en lugares de veraneo? Y aun cuando así sea, ¿acaso todas las criaturas no son hermosas a los ojos de Dios? Quizá, pero, si una muchacha parece estar más a sus anchas en un frasco con salsa de vinagre que en un traje de noche, entonces sí tiene graves problemas. Por una extraña casualidad, se decía que la mujer del rabino se parecía a un calamar, pero sólo de frente, aunque su tos carrasposa suplía con creces este defecto -algo que no alcanzaré jamás a comprender.

Cómo acabar de una vez por todas con la cultura (1966), de Woody Allen (Nueva York, 1935).

18 noviembre 2006

LA TEORÍA DEL EXPULSADO

(a) De la parte de NáN
Es una responsabilidad indebida y guarra de la vida que precisamente ahora el azar me hiciera abrir La geometría del amor, de John Cheever, con las dedicatorias del 2002 de "l" y "R", que ya no están juntos porque se dieron un atracón de presente, el más impresentable de los tiempos, condenándose a un futuro imperfecto porque, viéndose siempre sin estar, no podrán ver realmente a otros ¿Quién dice que todo tiene arreglo? ¡Cuidado con lo que hacéis! Prologado brillantemente por Rodrigo Fresán. Y todo tan cercano a este texto de RLC que me ha dado como un respingo. ¿De verdad que en conciencia estoy obligado a presentaros a Cheever, por si alguien no lo conoce? ¡Sea! Pero no os voy a querer más por ello. A cambio, espero que este "artefacto" se quede como está y donde está, aunque tenga alguna línea de más del bloggero. Para partirlo, prefiero que sea borrado. Porque además Don Gerardo pidió que dijéramos si habíamos leído algo interesante. ¿Sólo interesante? ¡Viva la LITERATURA, cabrones! (Y México, por supuesto, y México).

(b) De la parte de RLC (mayo de 1948 – agosto de 203?). Anotación perteneciente a Obres Disperses fechada, por estimación, entre 1994 y 1996.
No supe entonces (atrás) lo que ahora sé, gracias a mis amigos, de la escritura tan cercana a mí de Cheever y, como llevando una cosa a la otra, de ciertas coincidencias de carácter, como cuando hace unos 30 años, en la clase de Filosofía de segundo de la antigua Facultad de Letras de Valencia, a la que asistí ese día, más por sentarme que por otra cosa, porque llevaba 2 días sin entrar en casa alguna a dormir y mi gastada gabardina estaba chorreando, el profesor me expulsó con un "Aquí no quiero mendigos". Yo salí con la poca dignidad que pude, pues eran bancos corridos y tuvieron que levantarse varios para darme paso, me planté frente a él, extendí el brazo como Colón y le dije "Es en su cabeza donde están los harapos". Gracias a que mis ciento y pico compañeros insistieron en que no era alumno, me salvé de ser expulsado, además, de la Universidad, lo que entones me hubiera importado una mierda, pero no después.
Y ahora que en lugar de harapos tengo una casa en la que cabe buena parte de mi biblioteca, cuadros, un cilindro de los de rollo de película en el que he guardado unas cenizas robadas de la urna de mi cuñado y un grupo de entre 8 y 14 amigos que nos reunimos cada dos sábados a beber aguardiente, whisky y té y leer relatos del Realismo Sucio, uno de ellos, en la última parte en la que ya estamos bebidos, tiró para atrás y nos dio a conocer a Cheever. Malditos sean, Cheever y el amigo.

(c) De la parte de Rodrigo Fresán (Buenos Aires, 1963 -). John Cheever, apuntes para una teoría del expulsado. Barcelona, 2002
"El mundo según Cheever, el mundo que se alza al otro lado de las puertas siempre cerradas del Paraíso, es el mundo de hombres y mujeres urbanos y suburbanos. Un mundo donde puede instalarse ¡El horror! conradiano instalado bajo la superficie aparentemente tranquila de una piscina bajo la luz de la luna. Personajes siempre en fuga --ladrones, voyeurs, alcohólicos, adictos, habitantes de la noche como una inmensa habitación vacía-- pero que de algún modo se las arreglan para mantener cierta pureza extraña y una rara forma de santidad."

(d) De la parte de John Cheever (1903-1982). Extracto de El expulsado, texto que publicó con ¡17 años!, convirtiéndose en escritor profesional, tras ser expulsado de su colegio. Y después una frase de una entrevista que aparece en la contracubierta del libro La geometría del amor, publicado en 2002 por emecé con traducción de Aníbal Leal.
"Nuestro país es el mejor país del mundo. Nadamos en prosperidad y nuestro presidente es el mejor presidente del mundo. Tenemos manzanas más grandes y mejor algodón y máquinas más veloces y hermosas. Todo esto nos convierte en el país más importante del mundo. El desempleo es un mito. La insatisfacción es una fábula. En el colegio, Estados Unidos es siempre hermoso. Es siempre la gema del océano y está muy mal que así sea. Está mal porque la gente se lo cree. Porque se vuelven indiferentes. Porque se cansan y se reproducen y votan y no saben nada. Porque el periódico está siempre de buen humor y pasa el tiempo mirando al cielo raso para no ver la suciedad del suelo. Porque todo lo que ellos saben y conocen es lo que dice el periódico siempre de buen humor.
Pero no diré más. No estoy en situación de hablar."
...
"No poseemos más conciencia que la literatura... la literatura ha sido la salvación de los condenados, ha inspirado y guiado a los amantes, vencido a la desesperación, y tal vez en este caso pueda salvar al mundo."

(e) NáN al fin y al cabo
Esto es un signo de reconocimiento entre los que lo conocían (esa frase breve en los mingitorios masculinos, "ah, ¿entonces tú también"?; las chicas, como lo hacen sentadas y en cubículos independientes, tendrán sus modos). O un regalo para los que no lo conocían. ¿De ahora que estaba pasando por aquí? ¿De despedida? ¿De encuentro? Creo haberme dado cuenta de que no somos tan libres para elegir esas cosas. Podemos elegir, eso sí, entre quedarnos, como hace la mayoría, sentados en el suelo con la cabeza entre las piernas, esperando nada. O levantarnos y ponernos a caminar: pero si al levantarnos nuestra nariz apuntaba al sur, hacia el sur caminaremos la vida entera; y si hacia el norte, pues para allá que iremos. Podemos elegir, también, la piel que nos roza algunas noches, y los susurros de algunos amigos que son los que preferimos oír en la oscuridad que nos envuelve casi siempre. Por eso la literatura importa: para dar color, sabor, tacto y sensación de aire.

(w)

17 noviembre 2006


En la encuesta que nos mandó hacer Gerarado dije que me llevaría dos libros a una isla desierta. Uno de ellos de Lucía Etxebarría para mantener el fuego y otro de John Kennedy Toole para disfrutar de él.
No querría dar una imagen intolerante y siento si algunas personas se han ofendido por ello. A través de esa metáfora quería indicar que no me gusta ese, a mi juicio, feminismo barroco y trasnochado lleno de tópicos sobre la mujer. Creo en el feminismo de la diferencia pero no me gusta el feminismo de la igualdad.

También me ha servido para retomar al magnífico Ignatius J. Reilly y sus aventura y desventura por una Nueva Orleans llena de peligros para la teología y la geometría que siempre nos dan una rica vida interior.

Espero que disfrutéis de estas primeras líneas de la novela tanto como yo.

Un abrazote.



"Una gorra de cazador verde apretaba la cima de una cabeza que era como un globo carnoso. Las orejeras verdes, llenas de unas grandes orejas y pelo sin cortar y de las finas cerdas que brotaban de las mismas orejas, sobresalían a ambos lados como señales de giro que indicasen dos direcciones a la vez. Los labios, gordos y bembones, brotaban protuberantes bajo el tupido bigote negro y se hundían en sus comisuras, en plieguecitos llenos de reproche y de restos de patatas fritas. En la sombra, bajo la visera verde de la gorra, los altaneros ojos azules y amarillos de Ignatius J. Reilly miraban a las demás personas que esperaban bajo el reloj junto a los grandes almacenes D. H. Holmes, estudiando a la multitud en busca de signos de mal gusto en el vestir. Ignatius percibió que algunos atuendos eran lo bastante nuevos y lo bastante caros como para ser considerados sin duda ofensas al buen gusto y a la decencia. La posesión de algo nuevo o caro solo reflejaba la falta de teología y geometría de una persona. Podía proyectar incluso dudas sobre el alma misma del sujeto.
Ignatius vestia, par su parte, de un modo comodo y razonable. La gorra de cazador le protegia contra los enfriamientos de cabeza. Los voluminosos pantalones de tweed eran muy duraderos y permitían una locomocion inusitadamente libre. Sus pliegues y rincones contenían pequeñas bolsas de aire rancio y cálido que a él le complacían muchísimo. La sencilla camisa de franela hacía innecesaria la chaqueta, mientras que la bufanda protegía la piel que quedaba expuesta al aire entre las orejeras y el cuello. Era un atuendo aceptable, segun todas las normas teológicas y geométricas, aunque resultaba algo abstruso, y sugería una rica vida interior."

La conjura de los necios (1980), de John Kennedy Toole (Nueva Orleans 1937-1969)

16 noviembre 2006

14 noviembre 2006

For Gerardo's benefit.

Pocos días después de invitarme a participar en este blog, Miguel y yo tuvimos un afable intercambio electrónico en el que me explicó las líneas generales de éste y me hizo un breve resumen de las personas que hasta el momento se habían registrado (ahora al parecer ya hay varios más). Naturalmente, this piqued my interest y aquí acabé.

Supongo que la mayoría de quienes escriben aquí se conocen personalmente o poseen al menos un cierto grado de familiaridad cibernética. Desafortunadamente, yo sólo conozco en persona a Miguel, y puedo hablar con un poco más de familiaridad sobre Lara (tras las extensas descripciones que me ha hecho Miguel) y Nán (Rafa), quien ha visitado mi blog y dejado constancia de ello.

Entonces, corriendo el riesgo de sacar a la luz datos que ya habían quedado claros para todos excepto para mí, propongo que contestemos un sencillo cuestionario que revele algunos datos individuales e indique ciertos rasgos de nuestras personalidades. En la secundaria le decíamos "chismógrafo" a esto.

El único cuestionario de este tipo que se me vino a la cabeza fue el de Bernard Pivot, usado famosamente por James Lipton en el programa de TV "Inside the Actor's Studio". Le he añadido algunas preguntas que espero no sean redundantes. Si les parece, contestemos en los comentarios de esta entrada haciendo un simple ejercicio de copiar y pegar.

Y quizás más adelante podamos hacer algo parecido pero con fotos. Mientras tanto, escribamos y leamos.

13 noviembre 2006

Sopa de Letras con poemas de Montale

En traducción de Mª Ángeles Cabré

Para L (de las playas) R (de la deriva) y M (de la sonrisa)

Tu edad me asusta,
te defiende y me acusa.
Desconoces el viento de la angustia
con su pesada carga, pero te sobrevuela
el favor de una musa que me encuentro
en el rostro. Quizá traduciremos
mañana algún verso de Emily
juntos.


Para (cómo no) W, hasta el tiempo en que hable alguna vez de ella conmigo

RICORDO
Sólo ella advertía los sonidos
de mi silencio. Temía
a veces que escapase el tiempo
hostil mientras charlábamos.
Después de eso he perdido la memoria
y ahora me encuentro hablando
de ella contigo, entre espirales de humo
que disimulan nuestra turbación.
Y es esto lo que noto en mí
cambiado: el sentimiento, de por sí informe,
en este hoy que es sólo de añoranza.

¿Cómo no repetirlo en italiano?:
in quest'oggi che è solo di rimpianto.

Eugene Montale (Génova 1896 - Milán 1981), Diario póstumo (1996), Ediciones de la rosa cúbica (Barcelona)

12 noviembre 2006

Éstas son las otras dos que comenté:



Píldoras azules, de Frederik Peters (Ginebra, Suiza, 1974)Nominada a la mejor obra extranjera en el Salón Internacional del cómic de Barcelona 2005. Nominado al premio Alph'Art al mejor álbum en el Salón Internacional del Cómic de Angoulême 2002.


Blankets, de Craig Thompson (Traverse City, Michigan, EEUU, 1975): Premios Harvey 2004 en las modalidades de Best Cartoonist, Best Artist y Best Graphic album of Original Work. Elegido como mejor novela gráfica de 2004 por el Library Journal, YALSA (Asociación americana de bibliotecarios) y Time Magazine. Premio del público a la mejor obra extranjera en el Salón Internacional del Cómic de Barcelona 2005.


Y después de tantos premios... pues está la opinión humilde de una. Y a mí me parecen muy buenas las dos.

11 noviembre 2006



Más cómic.
Los combates cotidianos, de Manu Larcenet (Issy-les-Moulineaux, Francia, 1969)

10 noviembre 2006


Cómic.
Desayuno por la tarde.
Andi Watson (Yorkshire, Reino Unido, 1969)

09 noviembre 2006

The Dead

[...]

A few light taps upon the pane made him turn to the window. It had begun to snow again. He watched sleepily the flakes, silver and dark, falling obliquely against the lamplight. The time had come for him to set out on his journey westward. Yes, the newspapers were right: snow was general all over Ireland. It was falling on every part of the dark central plain, on the treeless hills, falling softly upon the Bog of Allen and, farther westward, softly falling into the dark mutinous Shannon waves. It was falling, too, upon every part of the lonely churchyard on the hill where Michael Furey lay buried. It lay thickly drifted on the crooked crosses and headstones, the spears of the little gate, on the barren thorns. His soul swooned slowly as he heard the snow falling faintly through the universe and faintly falling, like the descent of their last end, upon all the living and the dead.



Los muertos

[...]

Un suave rumor le hizo volverse hacia la ventana. Había empezado a nevar de nuevo. Observó soñoliento los copos de nieve que caían oblicuamente, plateados y oscuros, hacia la farola. Había llegado el momento de emprender su viaje hacia el oeste. Sí, los diarios estaban en lo correcto: nevaba en toda Irlanda. La nieve caía sobre las oscuras llanuras centrales, sobre las colinas peladas, caía suave sobre las ciénagas de Allen y, más al oeste, suave, descendía sobre las oscuras olas rebeldes Atlántico adentro. Caía también sobre cada rincón del cementerio de la colina donde Michael Furey descansaba, bajo tierra. Se amontonaba en espesas capas sobre las cruces y lápidas vencidas, sobre los barrotes de la verja, sobre los yermos espinos. Se le desvanecía el alma lentamente, al son de la nieve que caía débil a través del universo, que débilmente descendía, como el ocaso de su final último, sobre todos, los vivos y los muertos.



Dubliners / Dublineses, de James Joyce (James Augustine Aloysius Joyce, en gaélico irlandés Séamas Seoighe, Dublín 1882 - Zúrich 1941)
[Mi traducción]
(c) Foto de Phil Pankov

08 noviembre 2006

"Teorías Físicas"

de Eduardo Casar (México, D.F., 1952)

1


La piedra es dura por lo que dura, no por lo más apretado o más flojo de sus tejidos moleculares. Por otra parte, es frágil, ya que puede romper una cabeza y lo que puede romper, por corresponsabilidad, puede ser roto, porque causa y efecto se confunden y el amo no sobrevive sin esclavo.


El mar es más piedra que la piedra, porque dura más.


2


Hablando del mar, a éste lo que lo ablanda y lo retuerce no es la atracción lunar (que ni se sabe) sino la sal, que sí sabe y sabe precisamente salada. Cual infinito tlaconete azul, al mar lo encrespa su propia sal, que lo hace, como dice el prefijo, querer salirse de sí mismo. Como los perros grises que se frotan las orejas contra los sillones cafés o como los bebés a los que les molestan las encías cuando les están saliendo los dientes, el mar, cuando se está saliendo de sí mismo, también se frota los bordes contra las playas. Y a esa cosa espiral y espumosa se le llama el oleaje.


3


El fuego quema porque es una prisa anaranjada, contenida y de superficie muy pero muy pareja, sin porosidades, aunque tiende a manifestarse en picos. Hay fuegos, o partes de fuegos de otros colores, pero son menos calientes, lo cual es difícil de probar porque si pocos se atreven a poner la mano en el fuego por un amigo, cuántos menos lo harán por comprobar teorías. Hacen bien.


El fuego quema más las cosas separadas que las juntas, más una canasta que un bloque de mármol. Para quemar un bloque de mármol se necesita paciencia y, siendo el fuego una prisa anaranjada, no tiene paciencia y mejor se va y no lo quema.


4


Las piedras no son otra cosa, algo distinto de nosotros; no son de otro reino, como dirían los nobles. Son como nosotros, sólo que han aprendido a meditar. Meditar es concentrarse en distraerse. Su mente está completamente en blanco. Y es por eso que duran más. Son más sabias.


Nosotros pasaremos. Y pasarán los hijos de nuestras hijas y las piedras permanecerán, tal vez, acaso, un poco más pulidas por afuera. Si a una piedra, de pronto, se le cuela un pensamiento, algo se desmorona en su compacto interior oscuro. Una milésima de sílice se le vuelve carbono. Algo que parecía imposible -quebrar un punto- le sucede. Un gesto microscópico, un insólito mohín de flexibilidad: la perdición. Porque ha entrado el tiempo desde el durísimo interior del cráneo.


5


Originalmente los focos eran planos, como son ahora los espejos. Lo que pasa es que de tanto estar colgados de los techos, por su propio peso se van como quien dice liquidando, por lo que adquieren forma de gota. Claro que los de las lámparas de pie o los de algunas de escritorio tampoco se han quedado planos, pero en este caso no es el peso sino la presión de la electricidad que viene de los cables la que les da esa forma, parecida a la de las últimas burbujas que salen de la boca o la nariz de los muertos que quedan bocarriba.


Y ya que lo hemos mencionado al principio, hay que aclarar que los espejos originales eran cóncavos: la gente entraba en ellos para verse y en realidad se veía, pero era porque, por ser tan estrecha la forma semicircular del espejo, la gente se topaba de frente consigo misma, no con su reflejo. Obviamente que el desgaste producido por tanta gente metiéndose fue erosionando la forma de los espejos hasta hacerlos planos y, como la misma erosión les iba puliendo la superficie, la gente se seguía viendo pero ahora sí era un reflejo lo que veía. Esto último lo demuestra el hecho de que uno se rasura y en el espejo queda lisito, pero si se toca la propia cara pica más que si se la toca a su reflejo.

07 noviembre 2006

Arena hasta donde se pierde la vista, entre las últimas colinas y el mar -el mar- en el aire frío de una tarde a punto de acabar y bendecida por el viento que sopla siempre del norte.

La playa. Y el mar.

Podría ser la perfección -imagen para ojos divinos-, un mundo que acaece y basta, el mudo existir de agua y tierra, obra acabada y exacta, verdad -verdad-, pero una vez más es la redentora semilla del hombre la que atasca el mecanismo de ese paraíso, una bagatela la que basta por sí sola para suspender todo el enorme despliegue de inexorable verdad, una nadería, pero clavada en la arena, imperceptible desgarrón en la superficie de ese santo icono, minúscula excepción depositada sobre la perfección de la playa infinita. Viéndolo de lejos, no sería más que un punto negro: en la nada, la nada de un hombre y de un caballete.

Primeras líneas de Océano mar (1993) de Alessandro Baricco (Turín, Italia, 1958)

06 noviembre 2006

Algunos días a finales de agosto son en casa como éste, el aire fino y anhelante como éste, habiendo en él algo triste y nostálgico y familiar. El hombre la suma de experiencias climáticas, dijo Padre. El hombre la suma de lo que te dé la gana. Un problema de propiedades impuras tediosamente arrastrado hacia una inmutable nada: jaquemate de polvo y deseo. Pero ahora sé que estoy muerta te lo aseguro

El ruido y la furia, William Faulkner (New Albany, Misisipí, EEUU 1897 - 1962)
Traducción de Ana Antón-Pacheco
AMISTAD A LO LARGO
Pasan lentos los días // y muchas veces estuvimos solos. //Pero luego hay momentos felices // para dejarse ser en amistad.
Mirad: // somos nosotros.
Un destino condujo diestramente // las horas, y brotó la compañía. // Llegaban noches. Al amor de ellas // nosotros encendíamos palabras, // las palabras que luego abandonamos // para subir a más: // empezamos a ser los compañeros // que se conocen // por encima de la voz o de la seña. // Ahora sí. Pueden alzarse // las gentiles palabras // -ésas que ya no dicen cosas-, // flotar ligeramente sobre el aire; // porque estamos nosotros enzarzados // en mundo, sarmentosos // de historia acumulada, // y está la compañía que formamos plena, // frondosa de presencias. // Detrás de cada uno // vela su casa, el campo, la distancia.

Pero callad.

Quiero deciros algo. // Sólo quiero deciros que estamos todos juntos. // A veces, al hablar, alguno olvida // su brazo sobre el mío, // y yo aunque esté callado doy las gracias, // porque hay paz en los cuerpos y en nosotros. // Quiero deciros cómo trajimos // nuestras vidas aquí, para contarlas. // Largamente, los unos con los otros // en el rincón hablamos, tantos meses! // que nos sabemos bien, y en el recuerdo // el júbilo es igual a la tristeza. // Para nosotros el dolor es tierno. // // Ay el tiempo! Ya todo se comprende.
Jaime Gil de Biedma (Barcelona 1929 - íd. 1990)

05 noviembre 2006



De manos de Le Corbusier, y su famoso "Poema del Ángulo Recto", verdadero manual de intenciones de su arquitectura. Os pongo imágenes de su libro manuscrito, y su poema "F.3 Ofrenda ( La Mano Abierta )". Poeta de lo material :

"Está abierta porque
todo está presente disponible
asible
Abierta para recibir
Abierta también para que cualquiera
venga ahí a cogerla
Las aguas fluyen
el sol ilumina
las complejidades han tejido
su trama
los fluidos están por todas partes.
Las herramientas en la mano
Las caricias de la mano
La vida que se degusta por
la petrificación de las manos
La vista que está en la palpación
----------------------------
A manos llenas he recibido
A mano llenas doy"



Le Corbusier (seudónimo adaptado del apellido de su abuela, Lecorbésier), nacido Charles Édouard Jeanneret-Gris (La Chaux-de-Fonds, Suiza, 1887 - 1965).

02 noviembre 2006

EL PAÑUELO

Por la mañana
doblado con sus flores silvestres
lavado y planchado
apenas ocupaba espacio en el cajón

Ella lo agita en el aire
y se lo ata a la cabeza.

Por la noche se lo quita
y lo deja caer
sin desatar en el suelo.

En un pañuelo de algodón
entre las flores estampadas
un día laborable
ha escrito su sueño.

John Berger (Londres, 1926)
"Poemínimos"

de Efraín Huerta (Guanajuato, 1914-1982)


Desconcierto

"A mis

Viejos

Maestros

De Marxismo

No los puedo

Entender,

Unos están

En la cárcel

Otros están

En el poder"


Altura

Estoy

Exactamente

A

Un metro

Con 74 centímetros

Sobre

El

Nivel

Del mar


Revelación

Alguien

Revelaba:

Las tardes

En que

Me siento

Incapaz

De ser

Inteligente

Finjo

Que me

Aburro


Tango

Hoy

Amanecí

Dichoso

Herido

De

Muerte

Natural.


Dos

Me

Gusta

Beber

Dignamente

Acompañado

Es decir

Solo yo

Y

Mi alma.


Tótem

Siempre

Amé

Con la

Furia

Silenciosa

De un

Cocodrilo

Aletargado.


Pequeño Larousse

"Nació

En Silao.

1914.

Autor

De versos

De contenido

Social."

Embustero

Larousse.

Yo sólo

Escribo

Versos

De contenido

Sexual.


Ay poeta

Primero

Que nada

Me complace

Enormísimamente

Ser

Un buen

Poeta

De segunda

Del

Tercer

Mundo.


31 octubre 2006

Pasaba por aquí

Mi parada técnica por Madrid se ha alargado (por la parte de delante) porque, como escribe García Montero,

--Noviembre es un desorden
sentimental, me dices
y los amigos me han llamado para celebrar ¡y hasta han traído vinos de Siria!, dicen que exquisitos. ("Mis amigos son gente cumplidora que acuden cuando saben que yo espero", cantaba Serrat, ¿y cómo no iba a acudir yo?)
Bis de García Montero
Date por muerta,
amor.
Es un atraco.
Tus labios o la vida.
(aplausos, cierra el telón y fin de nuestros servicios).
No basta la elocuencia
Mi corazón esta noche oscila

René Crevel (París 1900-1935)

30 octubre 2006

No se si trasgresor, pero al menos impactante ( nunca mejor dicho ) :

"Linda y yo vivíamos justo frente al parque McArthur, y una noche que estábamos bebiendo vimos por la ventana que caía un hombre. Una visión extraña, parecía un chiste, pero no era ningún chiste pues el cuerpo se estrelló en la calle. Le dije a Linda, «¡Se espachurró como un tomate pasado! ¡No somos más que tripas y mierda y material pegajoso! ¡Ven! ¡Ven! ¡Míralo!. Linda se acerco a la ventana, luego corrió al baño y vomitó. Luego volvió. Me volví y la miré. ¡Te lo digo de veras, querida, es exactamente igual que un gran cuenco de espaguetis y carne podrida, aderezado con una camisa y un traje rotos!. Linda volvió corriendo al baño y vomitó otra vez."

La Máquina de Follar
Charles Bukowski (Andernach, Alemania, 1920 - Los Ángeles, EEUU 1994)

… Aquella noche, en aquel parque apagado donde se oía la pesada respiración de la ciudad como si fuera un monstruo dormido después de un día duro, Luzmila me dijo:
—Por cien euros te dejo que me folles. Por cincuenta te la chupo. Sodomía no.
La frase, por supuesto, me dejo colgado, aunque solo fuera por el hecho de que alguien que no buscaba eufemismos para decir lo que quería, de repente utilizaba una palabra decente en vez de utilizar la expresión que convenía al tono del resto de la frase. Pero no dijo «dar por culo», sino sodomía. Luzmila me demostraría luego su capacidad envidiable para dominar un idioma y hablarlo como si fuera su lengua natural: en muy poco tiempo pasó del atropellado español lleno de incorrecciones y prestamos italianos, a un español cristalino, demasiado tajante y claro, que se permitía incluso hacer insospechados juegos de palabras. Yo sonreí, y pregunte si se vendía así a menudo o era un regalo que me hacia por las horas compartidas. Y fue soltar aquella frase, a todas luces estúpida, cuando me acordé de Gallardo, me acordé del Club Olimpo, y me ilusioné con la ocurrencia de que si les llevaba a Luzmila dos vidas mejorarían de golpe: la suya y la mía. La suya, porque si, a fin de cuentas, ejercía de puta de vez en cuando, en ningún Lugar iban a sacarle mas partido a su belleza que en el Club. Era un desperdicio que se vendiera tan barata en la Alameda de Hércules, que estuviera al alcance de tanto miserable sin inversiones en Bolsa.

Los príncipes nubios (2003), de Juan Bonilla (Jerez de la Frontera, 1966).
Uno de mis comienzos favoritos...

Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo.Li.Ta.

Era Lo, sencillamente Lo, por la mañana, un metro cuarenta y ocho de estatura con pies descalzos. Era Lola con pantalones. Era Dolly en la escuela. Era Dolores cuando firmaba. Pero en mis brazos era siempre Lolita.

Lolita, de Vladimir Nabokov (París, 1955).

29 octubre 2006


Jerry Luján, un niño con visera, camina, hoy martes, por la cuneta de la calle Menaul. Son las cinco de la tarde y se le ha hecho de noche. Y es que en Albuquerque anochece así, de sopetón, como si alguien hubiese dado un puñetazo sobre el mantel. Jerry Luján remolonea con las manos en los bolsillos de su chompa. Estamos en el país de las trocas y los mofles. A esa misma hora, en el centro de Burque, la Main Library se va escorando lentamente, como una bestia adormecida, preparándose para cerrar.

[...]

La niña más joven desaparece unos minutos dentro de la casa. Luego regresa con un galón de cerveza que ambas van saboreando poco a poco. El jardín está ya en penumbra pero ninguna de las dos hace ademán de encender las luces. ¿Para qué? No lo dicen pero se sienten libres. El padre aún no ha vuelto del trabajo y es posible que no regrese hasta las ocho. En la casa de al lado, separada tan solo por una exigua verja metálica, se oye el lloriqueo de un bebé y el grito de un hombre borracho en una lengua extraña, quizás ruso.

[...]

También Jerry y De’Anza habían llegado a su destino. Era difícil guiarse en medio de la oscuridad. Aunque el tráfico parecía bramar no muy lejos, las luces de los coches no alcanzaban a iluminar aquel baldío. Jerry tropezó varias veces con trozos de cascote. Y llegaron a aquella caseta que parecía puntiaguda y triste y De’Anza le dijo «don’t be scared, vato». Entraron y De’Anza encendió una cerilla y luego otra. En el suelo había un zapato huérfano de hombre y un cartón de leche y una bosta de un animal desconocido.

[...]

Y Jennifer desplegó el papel trufado de faltas de ortografía y leyó con una sensación no lejana a la ternura aquel mensaje de su admirador desconocido que decía "Te amo, you crap, and I’ll kill you". Y después cerró los ojos y se dejó ir lentamente hacia su casa mientras a lo lejos también las montañas enrojecidas se inclinaban.


La noche sucks, de Blanca Riestra (La Coruña, 1970). Premio del primer certamen de relato de la revista "Ñ", de este año.