09 diciembre 2006

Sueños

La primera noche tuve un sueño inmóvil. Soñé que soy puro mirar, ver puro sin cuerpo ni nombre. Estoy suspendida muy por encima del valle, en un punto indefinido, desde el cual puedo verlo todo, o casi todo. Me desplazo en ese mirar, pero sigo en el mismo lugar. Es más bien el mundo que veo el que se rinde a mis ojos, se mueve, se aleja, para que pueda abarcarlo entero o fijarme sólo en los detalles. Así veo el valle, y la casa que se halla en su centro, pero no es mía la casa, ni tampoco el valle, porque a mi nada me pertenece, porque ni yo misma me pertenezco, porque ni siquiera existe un yo. Veo la ondulada linea del horizonte, que abraza el valle, veo el torrente agitado, turbio, que fluye entre sus colinas. Veo árboles anclados al suelo como si fueran animales unípedos, e inmóviles. La inercia de lo que veo es aparente. Si lo deseo, puedo atravesar las apariencias. Entonces veré, bajo la corteza, arroyos de agua y de jugos vitales, que circulan de un lado para otro, hacia arriba y hacia abajo. Bajo las tejas veré cuerpos de gente dormida, su inercia también es aparente- sus corazones palpitan con suavidad, susurra la sangre, sus sueños no son reales, porque puedo ver que no son más que trozos de imágenes palpitantes. Ninguno de esos cuerpos dormidos me es más cercano, ninguno me es más lejano. Simplemente los observo y me veo reflejada en la confusión de sus pensamientos oníricos- es entonces cuando descubro esa singular verdad. Que no soy más que una mirada, sin reflexión, juicio, ni pasiones. Y me doy cuenta de algo más- que puedo ver también a través del tiempo, que así como cambio mi punto de vista en el espacio, lo puedo hacer en el tiempo, como un cursor que recorre la pantalla por sí solo o ajeno a la existencia de la mano que lo guía. Sueño así una eternidad, o al menos eso me parece. No existe el antes ni el después, no espero tampoco la llegada de nada nuevo, porque nada puedo adquirir, nada puedo perder. La noche no acaba nunca. Nada ocurre. Ni siquiera el tiempo puede alterar lo que veo. Miro y no reconozco nada nuevo, ni tampoco olvido lo que ya he visto.

Así empieza el ecléctico libro "Casa de día, casa de noche" de Olga Tokarczuk, escritora en cuyos mundos me encanta habitar. Os recomiendo "Un lugar llamado Antaño", que es lo poco que podéis encontrar en español, aunque quizá esto no sea un club de lectura y me haya equivocado, por tanto, de táctica... hmmm...


10 comentarios:

NáN dijo...

Tomaré lo de "vuestra vastísima cultura literaria" como una broma. Y paso a decirte que ¡vaya caña que nos estás metiendo olka! (he visto varias fotos en internet de Olka k., que supongo no serás tú). No dejes de seguir así.
De Szymborska he leído ya todo lo que he encontrado traducido en Internet, casi 30 poemas, de los que he salido contusionado varias veces.

Especialmente me han encantado "Vietnam" y "Despedida de un paisaje". La retirada digna de la vida activa no puede encontrar mejor signo.
Ahora toca Olga Tocarczuk. La novela es más complicada de conocer a trozos. Ya veremos (de momento sé que está en Lumen).

Sé nuestra ventana a ese mundo. Sumérgenos en referencias.

Y lo de las ardillas, los grifos de caliente y de fría... ¿Dónde es?

Anónimo dijo...

no, lo decía muy en serio. no sé si alcanzaría el rango de un granito de arena en estas playas :P

a mí "vietnam" también me había llamado la atención, pero más se me quedó el "gato en un piso vacío", que escribió después de la muerte de un amigo.

no sé qué tal andaréis del inglés, pero podriais intentarlo con "house of day, house of night". creo que ante todo es muy original, fragmentado a modo de patchwork, incluye apuntes, reflexiones personales, historias que aparentemente nada tienen que ver con nada, mitos, creencias y sentimientos, enlazados por un hilo casi autobiográfico. y todo aquello gira en tono a una región, un punto gris en el mapa de polonia que aquí se convierte en un "microprotocosmos" desde el que se podría recrear la humanidad entera.

ahora vivo en el mitológico país de "greater manchester", marcado por las ardillas y el caos vial. y no es que yo lo diga, hace unos dias, y no exagero, tardé 40 minutos en cruzar una calle (vale, era de 4 carriles, pero aún así) y todo porque el paso de peatones no es continuo, sino que va por tramos como independientes, y en uno de los últimos me topé con una mujer atemorizada, que me pidió por favor por favor please, que le ayudara a cruzar(en el sentido contrario...claro está...)

NáN dijo...

No tengo gato. Tuve un perro al que llamé Mishima (por Yukio). Y mi vecina sí tenía un gato, Groco, que cuando era verano y todos los balcones abiertos, sabía cuándo L (mi compañera) no estaba y se saltaba 3 balcones hasta llegar al de mi dormitorio y se metía en la cama conmigo, debajo de las sábanas (era verano).

Quizá eso me ayude a comprender que eso no se le puede hacer un gato.

Pero el otro que te decía me sigue sistolizando más (las diástoles, pierdo alguna que otra). Por tus compañeros de isla, iba a resumir y poner el final. ¡pero un día es un día! así que lo copio y a llorar, porque esto alguna vez nos pasará, nos pasa, nos ha pasado. Nos está pasando ahora que el tiempo es como un big bang explotando hacia dentro (y que sea larga, la implosión, y dure):

DESPEDIDA DE UN PAISAJE
No le reprocho a la primavera
que llegue de nuevo.
No me quejo de que cumpla
como todos los años
con sus obligaciones.

Comprendo que mi tristeza
no frenará la hierba.
Si los tallos vacilan
será sólo por el viento.

No me causa dolor
que los sotos de alisos
recuperen su murmullo.

Me doy por enterada
de que, como si vivieras,
la orilla de cierto lago
es tan bella como era.

No le guardo rencor
a la vista por la vista
de una bahía deslumbrante.

Puedo incluso imaginarme
que otros, no nosotros,
estén sentados ahora mismo
sobre el abedul derribado.

Respeto su derecho
a reír, a susurrar
y a quedarse felices en silencio.

Supongo incluso
que los une el amor
y que él la abraza a ella
con brazos llenos de vida.

Algo nuevo, como un trino,
comienza a gorgotear entre los juncos.
Sinceramente les deseo
que lo escuchen.

No exijo ningún cambio
de las olas a la orilla,
ligeras o perezosas,
pero nunca obedientes.
Nada le pido
a las aguas junto al bosque,
a veces esmeralda,
a veces zafiro,
a veces negras.

Una cosa no acepto.
Volver a ese lugar.
Renuncio al privilegio
de la presencia.

Te he sobrevivido suficiente
como para recordar desde lejos.

De "Fin y principio" 1993 Versión de Gerardo Beltrán

Pablo Gutiérrez dijo...

Mishima es un buen nombre para un gato.

Lara dijo...

(Hola, Pablo.)

Te he sobrevivido suficiente.

De repente las ganas de vivir quedan desproporcionadas.

Por cierto: no sé si esto es o no un "taller" de lectura, pero no te has equivocado ni lo más mínimo en nada. (Ni, mínimo, nada.)

Un beso.

Anónimo dijo...

Si hubiera tenido gato propio, en lugar de vecino, le habría llamado Toby, que es más de gato, Pablo, dónde va a parar.

Groco era un gato fenomenal. Cuando en su casa había obras o jaleo, se deprimía y no comía ni bebía. La única solución era dejar abiertas las dos puertas para que se viniera a nuestra casa hasta que volviera el orden a la suya.

De lo que no estamos hablando es de esos casos en que una muerte (física o de adiós para siempre ni te me acerques ni me llames ni me pienses) nos ha dejado con la sensación de ese gato.

De Mishima, un pastor alemán de capa negra, hijoputa recabrón, que no se separaba de mí nunca, todo lo que diga es poco, así que mejor no digo nada.

Pero no dejéis de leer Vietnam, que el último verso explota.

MSalieri dijo...

Yo tuve dos gatos, madre e hija, Mila se llamaban. A la madre la perdimos porque se fue un día y no volvió. A la hija la encontramos hecha un noséqué después de que un camión le pasara por encima. Eran negras. Ya no hubo más gatos en casa. Y hubo un perro, perra, Carlota, pero se fue antes de que yo llegara.

NáN dijo...
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NáN dijo...

Es que las nostalgias de futuro son peligrosas, muy tipo navajero del tres al cuarto, que te pinchan cuando menos te lo esperas, porque son pobres y están un poco locos.

Yo, que por haber sobrevivido también más que suficiente he renunciado ya al privilegio de muchas presencias (pasadas, presentes y futuras, que no va habiendo tiempo ya, no lo va habiendo), y por eso estoy aquí tan a gustito en este caldo de bits aparentemente frío, pero con algunos empeñados en dar calor a las neuronas, estoy aprovechando esto para hacer cuentas del pasado y para abreviar presencias del presente con mucho potencial de quedarme como el gato, pero en varias casas solas. Ya veremos ("eludiendo con ello el mal presagio de que ni en ti siquiera habré seguro...").

Espero que además del poema del gato, te produzca empatía también el que te abrió la puerta (esa especie de Igor del Jovencito Frankestein). A mí me la has producido con los textos que pones, con cómo los cuentas, con lo de que me has presentado a esa poeta tan hermosa y con lo de los 40 minutos de paso cebra con vuelta atrás por amorosa atención.

Miguel Marqués dijo...

En mi vida ha habido dos gatos:

Tizón, al que luego rebautizamos como Sombra, nombre mucho más cinematográfico y vulgar(hoy habría elegido el primer nombre), que era un macho peleón que comía en casa, se restregaba por los sillones y ya de noche huía, confundido entre la negrura, para volver a la mañana siguiente, emperchado de rasguños y satisfecho. Ha sido el único animal más o menos grande que ha vivido en mi casa: no era nuestro, vivía con nosotros hasta que se cansó.

La otra fue la Lali, una siamesa preciosa, la más puta de todas las señoras y viceversa. Guapísima, Tizón la habría amado con locura. La Lali era de Yolanda (Olka la conoció), y aparte de comunicarse con el Más Allá (como todos los gatos), sabía correr por las paredes de nuestro piso granadino sin caerse (como todos los gatos). Pero Lali lo hacía más grácil y sensual que cualquier otro.

El texto me hace sentir bien. Creo tener en el punto de mira ese mundo, o lo etéreo de ese mundo que en el que habitas de mano de la Tokarczuk, (otra cosaquilla, eh..!! jeje), y lo comparto, en parte. Bienvenida, niñica :).