23 marzo 2013

Recoge la luz del sol con las manos


Cuando cierro los ojos 

Cuando cierro los ojos,
voy de un lado a otro,
animosamente,
con coletas,
y la voz de mi madre me llama.

Nubes blancas se deslizan por el cielo,
un campo de flores de colza
se extiende por todas partes.

Ahora, a los 92 años,
cuán delicioso es el mundo
que veo durante una hora,
cuando cierro los ojos.

Toyo Shibata
Recoge la luz del sol con las manos. 
Ed. Aguilar Primera edición: febrero 2013
Título original: Kujikenaide
La edición original en japonés fue publicada por Asuka Shinsha, Co. Tokyo, en 2010

 (De la contraportada...)

Mi Nombre es Toyo Shibata. Tengo 101 años. A lo largo de mi vida he protagonizado momentos buenos y malos. He sufrido guerras, bombardeos y terremotos. He experimentado el miedo y en ocasiones he deseado morir debido al acoso, a la traición y a la simple tristeza. He sido madre. En la actualidad vivo sola y recibo a menudo la visita de mi hijo. Cuando se acerca la hora de su maracha pierdo el ánimo pero intento reconfortarme y me digo " sé fuerte, aún se puede recoger la luz del sol con las manos". Empecé a componer versos a los 92 años y me he dado cuenta de que a pesar de las dificultades existo gracias a mis recuerdos y a las personas que me han acompañado en este viaje. Aunque me pese la soledad cada mañana me pinto ligeramente los labios y me alegro de ver el sol a través de la ventana, otra vez..., y sonrío.

06 septiembre 2012

My favorite things


De una carta de John Coltrane a Don DeMichael


No hay absolutamente ninguna razón para que nos preocupemos por una falta de filosofía positiva o afirmativa. Forma parte de nosotros. El fraseo, el sonido de esa música lo atestiguan. Es un don natural. Te aseguro que todos estaríamos muertos hace siglos si no fuera el caso. En cuanto a la comunidad, la tierra entera es nuestra comunidad. Mira, para nosotros, crear es bastante fácil. Hemos nacido con ese feeling que simplemente surge, sean cuales sean las condiciones. Si no, ¿cómo habrían podido nuestros padres fundadores producir esa música desde el principio, cuando sin ninguna duda se encontraban (como muchos de nosotros aún hoy) en comunidades hostiles, donde sólo había numerosas razones para el miedo y condenadamente pocas que permitieran confiar.


My favorite things, Conversaciones con John Coltrane
Edición de Michel Delorme. Traducción de Isabel Núñez.
Alpha Decay, 2012

22 enero 2012

Formas de volver a casa (Alejandro Zambra)


Los padres abandonan a los hijos. Los hijos abandonan a los padres. Los padres protegen o desprotegen pero siempre desprotegen. Los hijos se quedan o se van pero siempre se van. Y todo es injusto, sobre todo el rumor de las frases, porque el lenguaje nos gusta y nos confunde, porque en el fondo quisiéramos cantar o por lo menos silbar una melodía, caminar por un lado del escenario silbando una melodía. Queremos ser actores que esperan con paciencia el momento de salir al escenario. Y el público hace rato que se fue. 


Alejandro Zambra.

Formas de volver a casa (Anagrama, 2011)

19 diciembre 2011

LAS MANOS, del poemario Vida Súbita de Adrián Nicolás Penela



En cuanto se nos era concedido
un rato para descansar
nos sentábamos en círculo, en el suelo.
Nos mirábamos las manos:
los pequeños cortes, rozaduras,
callosidades fruto del trabajo.
Cada uno de los surcos
de nuestras preciadas manos.

Y mientras tanto el dueño de la sombra
más alejada del grupo
seguía
seguía
seguía aprendiendo a comer
y a escribir
con los pies.

Vida súbita. Adrián Nicolás Penela. Torremozas, 2011.



02 noviembre 2011

HHhH

En El libro de la risa y el olvido, Kundera deja entender que le da un poco de vergüenza tener que ponerle nombre a sus personajes, y aunque esa vergüenza apenas sea perceptible en sus novelas, en las que abundan los Tomas, las Tamina y muchas Tereza, es obvia la intuición de una evidencia: ¿hay algo más vulgar que atribuir de modo arbitrario, con la pueril intención de lograr un efecto de realidad o, en el mejor de los casos, sencillamente de comodidad, un nombre inventado a un personaje inventado? Aunque, en mi opinión, Kundera debería haber ido más lejos: ¿hay algo más vulgar, en realidad, que un personaje inventado?

Laurent Binet (París, 1972)
De HHhH (Seix Barral, 2011)

01 octubre 2011

fragmento de la novela 'Los ingrávidos'

... cuando releo ahora las notas y poemas que escribía entonces, o cuando recuerdo las conversaciones con los otros jóvenes de mi generación y las ideas que defendíamos con tanto arrojo, me doy cuenta de que más bien me he ido poniendo cada vez más pendejo. Llevo demasiados años dormido, adormilado. No me explico en qué momento se empezó a invertir el proceso que yo creía lineal y ascendente, y que al final resulta ser una especie de búmeran despiadado que regresa y te tumba los dientes, el entusiasmo y los huevos.


Valeria Luiselli
Los ingrávidos
Salto de página, 2011



16 septiembre 2011

El andén de nieve

En un tren de madera siempre puedes encontrarte con un soldado alemán. Y puedes tener que saltar sobre la nieve si has olvidado tu pasaporte. Entonces te hallarías en medio de una Europa en guerra, con el tobillo torcido perdido en un bosque de niebla. Por eso ahora no los hacen así. No sería cómodo para los viajeros.

Desde los tiempos del Union Pacific las compañías ferroviarias se vienen enfrentando a esta clase de prodigios. En secreto, han ido eliminando sin sembrar la alarma aquellos que, tras sesudos estudios en torreones alejados del mundo, se probó que dependían de trivialidades prescindibles. Así, sustituyendo materiales, esquivando poblaciones fantasmas, trastocando continuamente los horarios, bendiciendo las máquinas en el momento de su botadura, cambiando bruscamente la velocidad y hasta el sentido de la marcha se consiguió acabar con los más espectaculares sobreviviendo sólo, muy de tarde en tarde, alguna excepción que confirma la regla de la normalidad de forma y manera que no falta quién, si quiere contarlo, tiene que regresar en barco de su modesto viaje a Leganés. No obstante, después de tantos años, es poco probable, a decir verdad, sufrir a bordo de un tren de nuestros días un ataque comanche o vivir una aventura con los correos del zar. Me lo dijeron con nostalgia.

Frío de Vivir, de Carlos Castán.
Salamandra, 2004.