08 julio 2007

notations casi musicais à propos de la göttliche superbia del translator che non se stanca de tropezar

El traductor aprende las lenguas en desorden
renuncia al orden alfabético
se acerca con recelo a los diccionarios
(los bilingües son anoréxicos)
se enfrenta a la excitante (lo difícil excita) tarea de recrear atmósferas
husmea en los estantes de la biblioteca y de su imaginación
con la memoria escarba en la infancia de las palabras
(memoria biológica, afectiva, mental, psíquica, se lee en Giacinto Scelsi)
rompe amarras aunque sea siervo libre de amor del texto que traduce

incide con buril de grabador
representa
reproduce un texto escrito y escribe un nuevo original
lee rememora entrelinea incorpora ronda merodea
tiene manías esquizoides
es el otro es el texto soñado por el otro es él quien sueña al otro y lo traslada
lo acuesta en la cuna lo mece
lo abriga le hace mimos lo adopta
(o lo pare, o lo pare, fuera de género)
lo pone momentáneamente fuera de la ley
se convierte él mismo en legislador del texto ya escrito
descifrar es arte próximo a la obsesión
contiene la epilepsia la locura divina
y entonces escribe desde el flechazo del texto leído
se enamora se muere de amor se sacude
las convulsiones están formadas de palabras en desorden
el caos viene se regodea en el caos altérase
pecaminoso altera el orden natural de las cosas
lee ajeno al dogma abandona el dogma se derrite se erige en
lector de nuevo lector al fin legislador
no hay moral que lo arredre
a no ser la moral que dicta el texto

(esa estética de lo bendito, de lo bien dicho, de la construcción, de las vigas, del soporte
bienhechor de las palabras)

el traductor es un gerundio
el traductor se llama Traduciendo
el yendo de aquí para allá
el trajinando
el tropezando que escribe
y hay que encontrar lo que no hay en la frase escrita en ese Idioma cualquiera
idear el idioma
tiene bemoles la cosa

sea el texto monocorde, dodecafónico, polifónico, vía de un solo sentido, contramano,
velocidad moderada, au rebours, vértigo andante y alegretto

Traduciendo musica (primera conjugación, tercera persona)
oscila entre lo melódico y lo melancólico
entre lo apelativo y lo peliagudo
se impregna entrando en la página como si fuese una partitura
tararea canturrea solfea (su voz peligra pero cantando aprende)

especialista en mudanzas, artista de la metáfora que es una furgoneta que traslada los
baúles (hay palabras que son baúles) los muebles los vestidos de la retórica la coloración de
las paredes los cristales empañados (también se los lleva, también) junto con las palabras dibujadas con el dedo en el cristal

cargando además con la fe de erratas donde dice debería decir, algunas notas por si las
moscas (musicales críticas etimológicas históricas amables colmadas)

porque Traduciendo asimismo dibuja (no a sí mismo, a lo otro, al otro), artífice fijador
de lo real que es ficción cuando no hay realidad posible ni ficción ajena, lo que dice el texto
es otra verdad que contiene otra verdad que se sale de la norma de la verdad fingida

norma horma, no la horma de su zapato, la horma en la que se unen extrañamente las
hormas de los pasos que en el mundo han sido pero que, aun así, al final, atando cabos y
cordones, preserva su número de calzado:

1) los zapatitos me aprietan
2) lucha con los borceguíes, como en Esperando a Godot o
3) como Alicia, cuyo pie aumenta según o disminuye según
4) en fin, que no hay tienda que lo entienda a Traduciendo

y al final pone en escena el texto dibujo, el texto escritura, el texto musicado, y cuando
lo monta (ni tanto ni tan poco) dirige una pieza de teatro representable en la mente del
lector anónimo que dirá “qué bien escribe esta tía (¿o es tío?), cómo enlaza las frases, cómo
suena”, y habrá muchos que afirmarán “qué bien traduce esta editorial” y otro “léete este libro, amigo, lo han traducido en la imprenta de Rodrigo”, y no faltará el que babeando exclame
“¡qué ritmo, qué fluidez, qué llevadero!” acerca de un libro escrito por un quechua
(los quechuas, ya se sabe, escriben en la lengua que les impongan) o un checo (los checos,
además del eslovaco, conocen al dedillo el diccionario de la Real Academia Española)

una vez la escena puesta en marcha, el traductor, que es esencialmente soberbio y se ha
pasado horas, se ha destajado eligiendo músicas, líneas, zonas claras, zonas oscuras, pasos,
desplazamientos en el tablado de las páginas, gestos de nombre inasible, el traductor, o sea
Traduciendo, que además de soberbio padece de algún desorden mental que le hace tirar los
diccionarios por la ventana so pena (sí, Sopena) de olvidar todas las palabras de su lengua,
que ha hecho de lector, de crítico literario, de ratón de biblioteca, de ratita presumida, se da
cuenta, al salir a la calle, que todavía hay quien se atribuye el éxito de su empresa y no sólo
eso: le pide a Traduciendo que tenga paciencia, que ya le hará una transferencia.

Anda, traduce “transferencia” a todos los idiomas del mundo. Éxito de ventas: la editorial
Fulana Mengana ha traducido la primera novela escrita en tupí-guaraní. El tupí es muy
fácil: cuando dice “do” quiere decir “dónde va a parar”. Tupi or not tupi, (se) debatían los escritores antropófagos brasileños. Cómprate un diccionario. Eso sí: bilingüe.

Mario Merlino (Buenos Aires, 1948), Vasos Comunicantes (Revista de ACE Traductores), nº 35, 2006

8 comentarios:

NáN dijo...

Mario Merlino es, lo sé bien, un traductor excelente (aunque un mal poeta que ni siquiera en mi proyecto Necesitamos Un Millón de Poetas creo que cabría; poemando, no sabe cómo irse ni por dónde cortar) que, además, sabe de lo que habla cuando traduciendo.

Oyendo, se hacen los traductores, oyendo mucho, leyendo más, viendo, todavía más, cómo pasa la vida al otro lado de la puerta mientras tú envejeciendo cabreado con Kipling porque ¡hombre, Rudy, cómo me haces esto, con lo bien que ibas ¿y se te ocurre este párrafo de mierda? ¿En qué estarías pensando, eh? ¿Y ahora qué hago yo, lo quito, lo embellezco, lo traduzco fielmente para que los lectores digan a este traductor aquí se le fue la olla?

También yo sé de lo que me hablo porque en una base de datos de la Unesco aparezco como verdugo del texto español de 504 libros.

Suponiendo 150 reediciones, quedan 350, de los que el 45% debieron ser basura y el 45% libros dignos sin problemas de lenguaje, así que me quedan 35 libros de entrega amorosa (algo menos de 2 al año).

De esos 35, lo he pensado bien y solo con 4 de ellos me presentaría a las puertas de Pedro para compensar con ellos mi nefasta y disparatada vida.

¡20 años de trabajo y solamente salvo 4 libros con el distintivo de "Excellence"!

Al fin y al cabo, ¿habrá 4 personas que alguna vez se estremezcan recordando una noche de amor conmigo? ¡Ni de coña!


(¡Qué buena entradita que has hecho, Miguelito!)

Miguel Marqués dijo...

No confundir con Mario Merlino, poeta ultraderechista italiano (cuatro años mayor que el autor de la entrada). No confundirlo, so pena de ataques estomacales incontenibles.

Del argentino no he leído poesía, pero no dudo de que de traductores que pérfidamente se aventuran a escribir debe estar el mundo lleno.

Eso de que "con que esta campaña concienciemos a uno solo de vosotros" a mí nunca me ha convencido, pero tampoco me convences tú diciendo que de todo lo que hayas traducido, sólo merecen la pena de verdad cuatro obras. Vamos, que me parece que te estás dando mucha caña. Yo ya he leído una y fragmentos de otras pocas, y demasiada casualidad debe ser, porque me han parecido excelentes!

NáN dijo...

¡Habrás tenido suerte! (Limpios y aseaos, muchos de los otros los eran).

No, como poeta me refiero a este que nos cuenta en verso el proceso de Traduciendo. Ni sabía de la existencia de ese homónimo ultraderechista.

En cuanto al fondo, cuánto sabe el tío y qué bien lo cuenta. Por eso dije que la entrada es muy buena: expresa perfectamente procesos que son difíciles de describir.

Y si tenemos en cuenta que gran parte de nuestra cultura leída la debemos a traducciones, todo lo que se diga en favor de tan abnegados seres es poco.

Ahora que realmente ya no soy uno de ellos, lo puedo decir sin que sea alabarme a mí mismo.

Un trabajo importante que a la sociedad no le importa. ¿No es de locos esto?

Miguel Marqués dijo...

Yo aún no soy uno de ellos, así que ni alabo ni desalabo, pero coincido contigo. Si Merlino fuera capaz de describir así de bien la concienzuda labor de un buen carnicero, habría que alabar sin tapujos el noble y peligroso arte del trinchado. Yo fue echarle la primera mirada y empezar a disfrutar. A Reb también se lo enseñé, y creo que le gustó, estaba recién afilando su estoque de traductora novel.

(Estoy en momento de paroxismo traductil; por cierto que me voy a hacer lobo estepario como tú: el curso del viernes tarde, un a modo de caos).

Anónimo dijo...

No te imaginas, cuando cae la noche en el bosque y, lejos de la manada, te pones a acechar un relato de Percy B. Shelley. No tiene escapatoria. Eres un lobo sin escuela ni colectivo y por tanto no ha preparado ninguna defensa contra ti. Sabes dónde le morderás, cómo le sacarás la sangre que vas a transmitir. Pero de momento, como no perteneces a ningún grupo, dejas que la nieve caiga sobre ti y te cubra de blanco. Has oído mucho, has leído más y has visto, todavía más, cómo otros viven mientras tú roes adjetivos hasta sacarles los tuétanos.

Steppenwolf. No solo un gran libro de Hesse: una técnica depurada. Si.

Y tu Merlino, de verdad, cuanto más lo leo más lo quiero. Está loco, claro. ¿Pero quién no?

Genial. ¡Estás perdido Percy B.!

Miguel Marqués dijo...

Ahí ya me has ganado. Cuando quieras ganarme, ten lista una imagen con las palabras "manada", "bosque" y "lobo" y caeré en seco.

Me apunto a lo del lobo estepario, repito, pero antes tendré que ganarme el que me repudie la manada.

(Pelo gris racheado, quizá tuerto, la cruz hendida, fornido, rabo bien poblado [sic])

Anónimo dijo...

Percy B. Shelley, cuyas cenizas se dilapidaron en la calma de la costa mediterránea, tan lejana y hermosa. Los traductores regalan su don del lenguaje a otros que, muchas veces, no lo merecen. Suerte.

Anónimo dijo...

Zastrozzi, Jane. No te digo la editorial para que nos sea tan fácil. Llevabas ya 13 años leyendo los fondos de la biblioteca municipal y yo no sabía de ti. Pero me acuso de no haberlo prefigurado y no haberte dedicado la traducción. (te cuido porque compartimos es masculina atracción por el porno japonés).