20 febrero 2009

La escritora

Cuerpo estancado, cabeza desbocada, y ambos al final desembocando en la disciplina laboral más cruel que he conocido nunca. Formal hasta el gris perla. Como todos los que trabajan con la joya de la imaginación y habitan sin embargo cada día la cuadriculada bisutería del folio.

Tantas horas al día sentada frente a la tuerca feraz de las palabras hasta acabar amándolas y detestándolas por igual, llegando incluso a decirme al rato de conocernos que ella no podría estar nunca en la intimidad con otros escritor, no lo soportaría. Con escribir yo tengo bastante... Palabras que resultaron fatalmente prematuras como ocurre en el amor con casi todas.

Los poetas no sois escritores, me dijo de pronto horas después... Vuestra mirada es distinta, vuestros pasos también, llegáis a las cosas por caminos diferentes. Me invitó a subir a su casa...

Pensé al principio en escalar por la fachada, pero me dejé alzar finalmente con ella en el ascensor. Desapareció luego y apareció al poco desnuda y deshuesada, sin darme tiempo siquiera a decirle que eso jamás debía haberlo hecho con un poeta.

Esos seres que no saben amar sin complicarse antes la vida con un broche, o quedar atrapados en el torpe ascensor de una simple cremallera.

Mujeres encontradas de Fernando Beltrán.
Ediciones Sinsentido 2008.


15 febrero 2009

De La abadía de Northanger


Nadie que hubiera visto a Catherine Morland en su infancia habría podido imaginar que estaba llamada a ser una heroína.


Jane Austen (1775-1817)

Northanger Abbey, capítulo primero