02 enero 2008

Últimas notas de Thomas F. para la humanidad

(foto de Tom Sandberg, incluida en la solapa)

[de La Aglomeración]

El mundo está lleno de insensatez y confusión, la falta de libertad tiene profundas raíces, la esperanza de igualdad está disminuyendo, la fuerza superior es demasiado grande, eso parece. Tenemos que estar contentos con lo bien que vivimos, dice la gente, la mayoría vive peor. Y luego toman pastillas contra el insomnio. O contra la depresión. O contra la vida.


[de En la Peluquería]

De modo que me vestí y salí a la calle. No había exagerado, tardé mucho; jamás he oído hablar de nadie que ande tan despacio como yo, es una lata, hubiera preferido ser sordomudo. Porque ¿qué hay que merezca ser escuchado?, y ¿por qué hablar?, ¿quién escucha?, y ¿hay algo más que decir? Si, hay más que decir, pero ¿quién escucha?


Kjell Askildsen (Mandal, Noruega, nacido en 1929)
Últimas notas de Thomas F. para la humanidad
Traducción de Kirsti Baggethun y Asunción Lorenzo
Editorial Lengua de Trapo

8 comentarios:

NáN dijo...

Antes que nada, ¡por favor, por favor, por favor! Que nadie se corte de poner otro texto dentro de 2 minutos. Podemos mantener mucho más vivo esto si lo enriquecemos con muchas aportaciones y sabemos mantener vivas varias de las últimas entradas.

Y ahora, al tema: debo el conocimiento de este autor, ¡otra vez más!, a la persistencia de Lila Berger, que no para de hacerme regalos de este tipo. El libro está formado por 10 relatos breves, minimalistas, punzantes, en los que el escritor Thomas F., de 83 años, deja, casi con tanto esfuerzo para escribir como para andar, esas últimas notas dirigidas al mundo.

El libro se completa con dos relatos más, algo más largos, que aunque magníficos me parece una impostura unirlos a esas 10 fotos de la realidad de la vejez extrema en una mente extremadamente lúcida, en las que podemos ver nuestra futuro, si tenemos la suerte (no sé si buena o mala) de sobrevivir tanto en soledad.

La foto

Gemma dijo...

Mi abuelo tiene 91 años y una lucidez feroz y valiente, a prueba de bombas...
Por mi parte, nada me gusta tanto como conversar con él; recibir, sentir, su grata y enorme compañía.

Nán, ¿más que relatos, no serían más bien pensamientos breves, microensayos, como si dijéramos?

NáN dijo...

1 Mega, no sé si leíste a Askildsen o lo dices por los extractos que he puesto. Ciertamente, he elegido dos que se ajustan a la perfección a lo que dices. Pero son relatos. Lo que sucede es que relatan una vida mínima, por ejemplo la de un personaje que lleva meses sin salir de casa y decide, un día que hace buen tiempo, hacer un interminable viaje a la cercana peluquería.

Nunca había leído una descripción o relato semejantes, en los que con exactitud se describe un tipo de vida que "sigue" siendo vida. Pero relatos como la copa de un pino.

2 Esto me hace pensar que en tu blog se está gestando una magnífica polémica sobre análisis de las diferencias entre novela, novela corta, cuento y microrrelato. Estoy a punto de entrar al trapo, pero prefiero hacerlo con tiempo (fin de semana), porque aunque escribiste una vez que soy experto en lo laudatorio (ya te dije que me resultaba fácil porque solo entraba en lo que me apasiona), polemizando soy duro y hasta navajero: quizá porque no me importa que en las discusiones me den navajazos. Me parece parte de la diversión (y una polémica no es otra cosa, además de un intento de intercambiar, violentamente, posiciones). Por eso, y porque no estoy muy de acuerdo con lo que dice Isidro, que precisamente ocupa contigo y conmigo los últimos comentarios de este blog, me estoy tomando tiempo para participar en esa polémica, que espero acabe por explotar y se mantenga viva aunque añadas muchos microrrelatos detrás de Poética.

3 Cuando no hay problemas vasculares que dificulten la memoria y el pensamiento, los viejos son el gran invento de la naturaleza. En esta blogosfera me ha sorprendido muchas veces que las chicas, aunque no habléis nada de los padres (¡qué os habremos hecho, pobrecitas!), mostráis un amor intenso, profundo y razonado por los abuelos.

Pero estamos hablando de "abuelos" en una cultura mediterránea, que siguen ocupando un sitio en la familia. En este libro es una familia no mediterránea y el viejo protagonista está absolutamente abandonado. En un relato, un día, por casualidad, se encuentra en la calle con su hija María, de cincuenta y tantos años, a la que no veía desde hacía años y con la que apenas conversa unos minutos (con resultados poco animosos).

¡Qué diferencia con la relación que tienes con ese abuelo tuyo, tan cálida! Pero el problema es que la vida nos está llevando a un modelo en el que todo eso tiende a desaparecer. En la contracubierta del libro, un crítico se refiere al personaje como un Robinson Crusoe, que nos recuerda al Robinson Crusoe que acabaremos siendo todos los que tengamos la suerte de no terminar en las garras de frías instituciones dedicadas a "cuidarnos" como colectivo. Donde nos den de comer (mal) y nos limpien el culo (a veces) a cambio de privarnos de toda nuestra fuerza individual. ¡Mejor la resistencia de Thomas F.!

Si no has leído el libro, no quiero desvelar nada más, pero te emocionará la resistencia a caer en esas redes de pérdida de lo individual de este Thomas F., para mí, desde ya, uno de los personajes ejemplares de la literatura.

Un abrazo fuerte fuerte, en cuanto puedas, a tu abuelo y a todos los abuelos y abuelas de los que habéis ido hablando aquí.

AROAMD dijo...

preguntas de vagón de metro si voy sin un libro ni un abrazo:

La esperanza o el pesimismo
La conciencia o la insensatez y la confusión
Por qué se toman pastillas contra la vida, o contra soñar. Somos más conscientes de la falta de libertades y artificalmente nos resultan más soportables o es tan insoportable la fuerza superior que para no pensar luchamos así por sacar los brazos del charco de la depresión...
No sé. No sé hacia donde va el asunto. A mejor o a peor. O ya no va. Porque se oyen cosas, se ven, y a algunos les llaman intensos. Joder... que lío. A peor ¿entonces?... de verdad creo que no.

Abrazos a los abuelos y abuelas sí. Muchos.

david dijo...

Yo, entre las teorías de andar por casa, que siempre me están derrumbando la mesilla modelo Palacio-de-la-Luna, tengo una al respecto, que dice:

Tomamos pastillas para la infelicidad porque nuestras vidas están saciadas. No tenemos grandes males médicos, no tenemos problemas que resolver, no tenemos dramas ni tragedias que combatir. Pero siempre los hemos tenido, estamos preparados para ellos, nuestras cabezas los necesitan, y cuando no hay enemigo el enemigo se vuelve necesario y asumimos su papel.

Las teorías, como los perros y los gatos ferroviarios, son celosillas, así que a la que le rascaba el gaznate a esa ha venido otra sobre los abuelos. La gente les obvia, les olvida y les destierra porque nos recuerdan que envejecemos, y que al final, en cuanto nos descuidemos, criaremos malvas.

Y suficiente, que debería dormir.

¡Y lo mejor de la creación es Scarlett Johansson, nán! Y discutir con saña siempre me causa admiración. Respeto, que dicen los malotes. Respeto.

Buenas noches, ala.

Virginia Barbancho dijo...

Pues Nán, sólo decirte que me he comprado el libro del tirón, sin más comentarios de momento. Y es que teorías de padres, abuelos y la infelicidad, hay para todos los gustos y ocasiones, y como vengo un poco asfixiada de historias familiares, mejor cambio de jardines, y que corra el aire.

Lara dijo...

1- Nunca he tomado esas pastillas contra la vida que recetan algunos médicos, pero cuando veo esas palabras escritas algo se mueve dentro de mí y de mi conciencia.

2- Me gusta esa desazón, la pregunta eterna de quién escucha (tenemos suerte aquí, yo nunca fui tan pesimista, todavía, y nuestras propias orejas me resultan enormes y mundiales).

3- Familias. Mi abuelo estaba en el hospital a mediados de mes, y el día 1 de este año 2008 se cantó un fandango, un tango y media copla en la sobremesa del almuerzo (con mis amigos alrededor). Va a cumplir 87 años y es un marinero que no soporta su propia vejez, pero que inspira un amor inmenso. Creo que el amor a los abuelos es un amor sin ningún tipo de rencor, por eso en estas familias mediterráneas las chicas hablamos tanto de ellos. Los padres son otra cosa, igualmente inmensa, pero otra cosa, y ya hablaremos de ellos en su momento. (Uf.)

3- He de reconocer que la vejez que más me ha impresionado (aún) en la literatura son los viejos de Onetti.

Lara dijo...

¿por qué me salen tan mal las listas? ¿por qué siempre repito los números? en fin