21 mayo 2007



Poesía = belleza + ferocidad.

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19 comentarios:

NáN dijo...

Réquiem por un sueño.

¿El del comedor que querría quedarse en el aire y volar y llegar a vivir en tierra para joderlo todo, como hicimos nosotros?

¿El del comido, que sólo quería arañar la superficie, la frontera?

En todo caso, me gustaría hacer una poesía con palabras que te cortaran así, con esos dientes, para morirme luego ahogado por tu sangre. Pero no la haré. Porque soy un caballero.

¿Cuándo volvemos a abrir la tienda, Pablo? Qué bella confusión de palabras e imágenes.

Pablo Gutiérrez dijo...

Hazla, pasó el tiempo de los caballeros hace mucho.
Me pasaría una hora hablando de todo lo que demuestran estas imágenes. En concreto, de lo banal que resulta el menor intento de producir cualquier impacto estético, de hacer cualquier cosa que perdure, de perdurar incluso más allá de la cadena de ADN.
Qué pequeñitos, nosotros.
Somos señoritas tomando el té y diciendo charadas mientras la vida se encarga de fabricar su propia poesía, mostrando hacia nosotros una ancha indiferencia que ni siquiera nos avergüenza.
La tienda, mi querido Nán, era de campaña.
Un abrazo.
(Sigo leyendo tus cocteaus y tus camus, por cierto. Soy ese lector silencioso, yo.)

NáN dijo...

Error, mi querido Pablo. Ahora más que nunca hay que tomar el té. Lo que está fabricando la vida es la tosquedad de los comerciantes. Y la naturaleza... a diferencia de los demás animales, necesitamos siete u ocho años para tener una pequeña posibilidad de valernos por nosotros mismos. Tenemos ese plus. (Que equivale a ese minus).

Yo elegí ya hace tiempo el bando de los perdedores.

¿Cómo prefieres el té, rojo o verde? Una tarde entre señoritas, trampero, no le hará daño.

Anónimo dijo...

¿qué sería la vida sin la hora del té? el té no sólo inspira charadas, es imprescindible para digerir ciertas imágenes, como aquellas que hay detrás de la música que hay detrás de la belleza de los movimientos del tiburón. sólo gracias al té (verde con vainilla en este caso) preservo la higiene mental intacta.
p.d. yo también los sigo leyendo, y también silenciosa

Miguel Marqués dijo...

¿La música es de Réquiem por un sueño? (Qué película más mala, por cierto) Y si no, ¿de quién? Porque la música, al menos, me encanta.

Yo soy trampero como Pablo y cuando el té me empieza a saber a sacarina con agua o a infusión de las de poltrona de que hablaba Neruda, lo intento tirar por la ventana y me pliego a la poesía del tiburón blanco y la fosa abisal. Normalmente, termino simplemente manchando los vidrios y algún tapete.

El perro feliz y arañado que olfatea líquenes, de cada cincuenta veces, unas veinte saltaría por la ventana harto de la fiesta en el jardín y otras treinta (o más) se quedaría a los pies, ladrando.

Si, yo también me veo pequeñito. Creo que fue Lord Byron el de I don't love man less, but Nature more (este verso estaba grabado en un columpio de madera en un jardín de las afueras de Pella, Iowa, allá por 2000, cuando todavía me paraba a leer las frases dichas por el lord).

Un abrazo a todos.

Anónimo dijo...

Justo eso, Miguel. Justo.

isobaras dijo...

Kronos quartet, los vi hace dos años en un concierto precioso. Hicieron versiones de grupos como SigurRos (recomendado).

Lo sé, soy una especie de hija pródiga. Perdonadme, y besos a todos.

Anónimo dijo...

¿Es que ese tipo ha hecho alguna película buena?

¡¡¡¡Isob!!!!

¿Y es que los que leemos nos vemos grandes?

¡Ay, la paradoja de los vitalistas y los nihilistas! (desprecian la escritura y la lectura pero leer y usan la escritura para proclamar).

Anónimo dijo...

El Aronofsky creo yo que es un pesao, aunque Pi no la he visto.

No, no. Aquí no se desprecia nada, en ese caso no le dedicaríamos ni dos minutos del precioso tiempo a esto.

Pero ni todo está en los libros (como le canturrean al Dragó), ni, al menos para mí, se puede crear perspectiva lo suficientemente válida en un medio (escrito) de comunicación como éste, ni, tampoco, hay que identificar posturas extremas como el vitalismo y el nihilismo con la negación de la escritura, ¿no?

Yo lo que digo que cuando la cosa se pone medio ñoña, salgo corriendo a mirar el cielo. Y que, como dice Pablo, cuanto mayor es la indiferencia de las órbitas al hecho de que tú estés ahí calculándolas, observándolas, más poderosa es, o hago, su poesía.

Reb dijo...

Yo pienso que para crear poesía no son sólo necesarias la belleza y la brutalidad. Creo que hacen falta otros factores. Creo que era en Desayuno con diamantes, cuando la actriz camina por la calle y se pregunta cuál es la diferencia entre la realidad y las películas y concluye que la diferencia está en la música de fondo. Creo que casi cualquier hecho con esa música (Kronos quartet) y la imagen a cámara lenta puede producir esa sensción de belleza. Incluso una horroble vieja peinándose en el espejo!

Anónimo dijo...

depende del criterio de cada uno, no? esa peli no es mala, a mí me ha revuelto el estómago, es decir, me ha hecho reaccionar de alguna manera (mi criterio), y la música- me pone la piel de gallina. y "the fountain" me gustó, sin provocar náuseas.
¿por qué tanto desprecio hacia las setas felices? el mundo está plagado de "pequeñas alegrías"( de poesía), ¿tan malo es verlas y apreciarlas, olvidando por un momento la otra cara de la realidad, sin sentirse insignificante, superfluo por ello?

Anónimo dijo...

Por supuesto que todo depende del criterio personal, Alekchu, joé. Cuando digo que qué película más mala, quiero decir que a mí no me gustó. Me pareció llena de topicazos fáciles y de moralinas un poco manidas, aparte de contar historias tremendistas poco verosímiles (al menos en la forma en que están contadas). La madre puesta de pastillas era ridícula, y la escena con las dos chicas más que patética me pareció absolutamente excitante. Y ya lo del brazo podrido es de coña. En fin. Réquiem por un sueño me habría gustado probablemente si la hubiera dirigido Ken Loach, o David Lynch, pero esto es otro criterio personal.

Y lo del diálogo con lo feroz y lo bello no es un diálogo de inferioridades, también puede serlo de tú a tú, claro. Y no es malo no sentirse insignificante, al contrario. Es una lucha constante.

NáN dijo...

Joder qué animado, ¿no? Hacía falta hablar en las esquinas, con el botellín en la mano (no en mi barrio, que viene la poli de Gallardón y nos mete 300 euros).

Pues bueno, que sí, que entro al trapo. Que llegaremos a un acuerdo, pero todavía no, no todavía.

La propuesta de Pablo era excluyente: esto es la poesía.

Y ya sé que lo dice solo para armar alboroto, porque si no no se molestaría en decirlo aquí. Y yo creo que las cosas no son excluyentes... menos morirse de asco, que también puede pasar (yo he estado a punto varias veces y supongo que todos, más o menos).

Pues bien, lo que digo yo, en esta segunda atacada es que todo está en el cerebro.

También digo que entre el más esforzado naturalista, vitalista nihilista y un viejo puesto siempre de opio no hay diferencia en uanto a energía, profundidad, verdad. Digo que el máximo movimiento y la máxima quietud son lo mismo.

Y digo que mi camino es leer, son las palabras, que a veces me basta que uno de vosotros escriba o ponga su nombre para que me vibre el plexo solar, y con algunos es ya la garganta. Y eso es físico. Y eso es verdad. Y en el principio fue el verbo. Y solo queda el verbo.

La sangre está bien, derramarla y ser derramada. Pero pasa el tiempo y ves que solo los chicos lo hacen.

¿Y para qué?

Anónimo dijo...

Mandamiento para mí:
no volver a utilizar categorías.

Anónimo dijo...

tout au contraire, mon copain, que mira qué alboroto, que da gloria.

Anónimo dijo...

Ya he encontrado una manera de resumirlo: el verbo a veces (a veces) falla (miente, aburre, avergüenza), porque a fin de cuentas, la comunicación absoltamente eficiente es imposible. El tornado en los ojos, el hambre del tiburón o el odio del asesino: todo esto puede ser hermoso o aterradoramente hermoso, pero siempre es auténtico, improrrogable. No falla nunca, para mí es un consuelo "duro" (en contraposición al consuelo "blandito" del que me hablabas, Lara, el otro día ;).

Lara dijo...

U-A-U. Lo que se pierde una por ir tres a veces a la semana (sólo) a la oficina.

Incluso alguien me hablaba y yo ni flores. Alguien que es Miguel, deduzco con evidencia, pero ¡por favor, gentes, desde aquí os pido, no más seudónimos! ¡Bastante me ha costado hacerme a la idea de que todos los anónimos del mundo son Nano (y así voy, porque ni de coña son todos él, claro)!

Después de mis tres días en Madrid, venir aquí, beberme una botella de vino a medias con Rebe y charlar en la sobremesa hasta las siete de la tarde, la orca ha sido brutal. Ponerme los cascos y oír y ver a la orca me ha parecido impresionante y maravilloso y todo lo demás.

Ahora mismo me estoy tomando un té (con clavo, canela y yerbabuena del jardín), pero yo quedo muda y feliz cuando la naturaleza me acongoja tanto. Cuando es tanto. El té está bien, por supuesto, pero esta montaña, ballena inmensa de granito que escuda y amenaza mi casa a partes iguales... En fin. Pues eso.

Por cierto, a mí la peli, exceptuando el brazo podrido, me encantó. La he visto como tres veces. Más facilona me parece cada vez, pero me gustó mucho.

Anónimo dijo...

que conste que Nano casi nunca usa Anónimo (salvo por error).

Personajes, sí. Pero no Anónimo.

¡Ah, la vida! Qué joven es y ya muriéndose.

¿A que son fantásticas estas dos entradas?
(aunque por supuesto no esté de acuerdo con ellas, claro).

Lara dijo...

Si me refería a eso, a los personajillos. Bueno, hay un perverso en mi blog que me ha molado mucho. Y hay una perversidad naturalista en el blog de Mig que recomiendo. Qué queréis.