18 diciembre 2006

Pero permítame que me presente: Jean-Baptise Clamence, para servir a usted. Encantado de conocerlo. Pobablemente es usted un hombre de negocios, ¿no es así? ¿Más o menos? ¡Excelente respuesta! Y también muy cuerda, pues en todo somos siempre más o menos. Veamos, permítame hacer un poco el papel de pesquisante. Tiene usted más o menos mi edad, el ojo avezado de los cuarentones que, más o menos, están todos ya de vuelta. Va usted más o menos bien vestido, es decir, como lo hacemos en Francia, y tiene las manos suaves. ¡De manera que es más o menos un burgués! Pero ¡un burgués refinado! Que le choquen los pretéritos imperfectos de subjuntivo prueba doblemente su cultura. Primero, porque los reconoce, y luego porque le irritan los nervios. Por último veo que le divierto, lo cual, sin vanidad, supone en usted cierta amplitud de espíritu. De modo que, más o menos es usted..., pero ¿qué importancia tiene? Las profesiones me interesan menos que las sectas. Permítame que le haga dos preguntas y respóndalas únicamente en el caso de que no las juzgue indiscretas. ¿Tiene usted bienes de fortuna? ¿Algunos? Bien. ¿Lo compartió con los pobres? No. Entonces es lo que yo llamo un saduceo. Si no practicó las Escrituras, hay que reconocer que no ha progresado usted gran cosa. ¿No? Entonces, ¿conoce usted las Escrituras? Decididamente usted me interesa.


La caída (1956), de Albert Camus (Mondovi, Argelia, 1913; Le Petit-Villeblevin, Francia, 1960).
Traducción de
Alberto Luis Bixio.

13 comentarios:

Lara dijo...

Pensé en poner una entrada de este señor la semana pasada, mientras me leía El extranjero (no, no lo había leído todavía, no).

Lo pensé, además, porque me llamó mucho la atención que el libro con el que estaba antes, Molloy, de Beckett, empezaba prácticamente igual, con la muerte de una madre y el estatismo emocional del hijo ante su desaparición, incluso ante su previa existencia. Quería colgar los dos comienzos, pero lo dejé pasar.

Anoche comencé a leerme La caída. Apenas llevo unas páginas, pero me ha interesado el tono, igual que me interesó en El extranjero. Imagino que vendrán párrafos mejores conforme avance, pero éste ya me parece representativo.

Anónimo dijo...

No solo no lo he leído: ¡no tengo ni idea de qué va!

¿Nos irás orientando un poco?

Lara dijo...

Hum... pero ¿qué no has leído? ¿Este libro de Camus o el otro? ¿En qué sentido quieres que te oriente, noigor?

Anónimo dijo...

este de la caída.
Me suena muy distinto de lo que leí en otro tiempo de Camus.
¿Fallo de memoria? Probable.
¿Es un libro de otro tipo? Probable.

Simplemente, conforme vayas leyendo, que añadas algo en un comentario. No creo que las entradas sean como mesas de novedades con vigencia escasa.

O sea , ¿de qué va este libro?

Lara dijo...

Es el monólogo de un profeta moderno. Eso dicen. Pero tiene toda la pinta de ser cierto.

Anónimo dijo...

parece sensato: escribir un libro así, que seguramente tendrá vigencia, y leerlo.

Es tanto lo que hay que leer, que todo lo que nos intermedies será más que bien venido.

Anónimo dijo...

Me alegro de que te haya interesado el libro.

Se escribió hace ya algún tiempo, aunque no tanto, no exageremos, y sigue fresco.

Besos

Lara dijo...

Subrayador: no he dicho nada sobre si se escribió antes o depués.

El libro me sigue interesando, pero te aseguro que con lo que mejor me lo paso es con tus subrayados. Cada vez que abro una página y veo que hay negro o rosa, digo: ésta sí que es una página con sustento, con sustento doble, al menos.

Me está gustando mucho.

Un beso fuerte.

Miguel Marqués dijo...

Ese volumen apareció en la biblioteca de mi casa.

Qué buena cosa son las bibliotecas de las casas de uno, y qué arteras. Cómo nos guiñan el ojo después de muchos años para hacernos ver que han sido triplemente más importantes en nuestra vida de lo que nunca hubiéramos sospechado. Al menos yo, que, en cualquier caso, no me he leído ni la cuarta parte de los libros que allí hay.

Subrayador la compró y leyó en 1970, con diecinueve años. No dudes de que pasará por mis manos y cataré esas líneas con sustento que hablan de aviones, de ambición y de algo llamado honor.

NáN dijo...

¡vaya, pues subrayador y yo nos podemos hablar casi de tú a tú!
¡Anda que no hemos gastado lápices ni ná!

Pero este libro se me escapó.

No sabes el placer que me da saber que existes, que lees, que subrayas libros y que andas por aquí.

Espero que me ilumines.

Anónimo dijo...

Hola nán, me alegra que te alegre mi existencia. Gracias.

Te propongo un juego: coge un libro subrayado por alguien que no seas tú y subraya lo que más te interese de lo ya subrayado.
Dáselo a otra persona y que haga lo mismo, y así sucesivamente.
Al final quedará una sola palabra; si se hace con cuidado, (y cariño) esa palabra contendrá todo el libro.

Saludos

Miguel Marqués dijo...

Yo juego al juego. Podríamos probar entre nosotros, como lo del teléfono (nosotros jugábamos en clase de psicolingüística en la carrera y al final, cuando menos, nos reíamos mucho).

Muy Borgesiano. Como lo de los 9.000.000 de nombres de Dios pero en el otro sentido. ¿Jugamos o qué?

Anónimo dijo...

que se seguía conversando "en las ajueras", se me escapó. Si quieres, Miguel, una tarde que salgamos juntos y no haya mucho ruido de actividades "extraescolares", vamos juntos comprarlo. Sin reglas, porque como dice Aute,

Quien pone reglas al juego
diciendo que es jugador
lo que le mueve es el miedo
de que se sepa que nunca jugó.