30 noviembre 2006

ESTAR EN TI

Yo no entro en ti para que tú te pierdas
bajo la fuerza de mi amor;
yo no entro en ti para perderme
en tu existencia ni en la mía;
yo te amo y actúo en tu corazón
para vivir con tu naturaleza,
para que tú te extiendas en mi vida.
Ni tú ni yo. Ni tú ni yo.
Ni tus cabellos esparcidos aunque los amo tanto.
Sólo esta oscura compañía. Ahora
siento la libertad. Esparce
tus cabellos. Esparce tus cabellos.

Antonio Gamoneda (Oviedo, 1931)

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Killing me softly with her choice.

Lara dijo...

Así es, así debería seguir siendo.

Anónimo dijo...

No sé si lo pusiste porque hoy le dan el premio Reina Sofía que le concedieron hace meses, porque entraste en los cielos y viste que estábamos poniendo mucho Gamoneda, porque sabías por alguna razón la noticia que iba a saltar, porque amas la poesía de este hombre. Que desde luego eso resulta inapelable.

¡Pero le acaban de conceder el Cervantes!

Isob, cuando pasan estas cosas es porque están en un momento especial.

Besos

NáN

Anónimo dijo...

porque estás en ese momento especial, claro. La errata era de las que equivocan.

NáN

isobaras dijo...

Nán, qué alegría que lo compartas. No sabía nada de todo esto. Salvo lo del Reina Sofía, claro. Pero me sorprendo, me asombro (qué bonito asombrarse). Admiro a Gamoneda y su poesía, por su hondura y su sabiduría.

¿En qué cielos andas?

Sea lo que sea, hoy es un día especial.
Besitos.

NáN dijo...

Prueba aquí (quitando el guión bajo primero, que M&M me enseñó a poner para sorter no sé qué).
_http://angelessobreberlin.blogspot.com/

Estoy maravillado, de verdad. Por dentro decía, "por favor, que sea casualidad, que sea casualidad, que sienta y perciba lo que pasa cerca (y los que hemos estado en las playas, ¡qué cerca estamos cada vez más, ¿verdad?!). Y también a lo que pasa lejos (¿de alguna manera te llegó lo que se iba a concocer por la tarde?)". O que sea el azar, que es el más alto de los órdenes arquitectónicos.

He conseguido que la vibración de lo espléndido se me produzca ya entre el plexo solar y la garganta (cada vez más alto). Desde que vi que habías resonado, si pusiera en esa zona un micro, se oiría una bella interferencia traqueteante.

Últimamente he procurado contestarte con tu breve elegancia. Hoy, lo barroco fallero ha hecho estragos.

Y no lo siento (todavía, eso me sucederá después).

Beso

Miguel Marqués dijo...

NáN, lo del guión antes de la dirección Web sólo hace falta en el Communicator de aquí de la empresa. Te lo acabo de decir que acabas de pasar hacia la máquina (a desayunar o hidratarte o algo).

Gerardo dijo...

Aaaaah qué buen poema!! Los últimos dos versos literalmente me hicieron doblar el estómago. Lo tendré que poner en mi blog. :-D

Sólo había escuchado de Gamoneda últimamente por el Cervantes. Primera vez que lo leo y ha dejado una impresión.

The investigation begins now.

Lara dijo...

Mal, Lara, mal.

Vuelvo aquí igual que podía haber vuelto a Ángeles sobre Berlín, pero al fin y al cabo aquí estaba el poema de la no-casualidad.

Antonio Gamoneda, cuando lo colgasteis (ambos) me sonó a que yo sabía pero no recordaba. Esta mañana, mientras reviso papeles para enredarme con cosas y no ponerme a trabajar, me viene la imagen.

Plof: la imagen. Hace un año me regalaron un libro de Gamoneda. Un libro exquisito publicado por la Residencia de Estudiantes que leí días más tarde, de un soplo, en una noche que parecía iba a ser de insomnio. Busco el libro y me maldigo un rato: ¿cómo pude olvidarlo? ¿Qué diablos guardo en la memoria, si no es esto?

Abro el libro. Lo subrayé una y otra vez, hay pasajes bestiales.
Ahora me dan ganas de colgarlos todos. Pero entiendo que ya no es hora.

Sólo uno, sólo uno:

"Hierba de soledad, palomas negras: he llegado, por fin, éste no es mi lugar, pero he llegado."

Releo y releo y no me quito la espina, qué le vamos a hacer.

Anónimo dijo...

en berlín dejaste algo sin terminar, como dar un nombre a Anónimo.
Dije que os esperaba. Haciéndome a un lado.

No sé si este poema no haría más dolor en berlín. Que tiene una alta cota (porque yo no cuento, que soy de los "que voy entre pena y pena sonriendo").

Pero el nombre, lara, el nombre.

Y nunca es tarde para que nos sobrevenga un soplo, un poema, un dolor que descargamos en los hombros de los amigos.

Bienvenido el recuerdo.