25 octubre 2006

Hoy otra vez me ha rozado la muerte
Interpuesta y de lejos, pero honda. Cómo son las cosas que, no habiendo hablado más que una vez con ella, si tuviera que decir las 10 personas que más han influido en mi vida, estaría en la cuenta.
Dentro de un rato estaré, otra vez, en el cementerio civil, entre no muchas gente, porque ella dijo No a todo aquello a lo que había que decirlo, y con algunas banderas roja, amarilla y morada: las banderas de esa República que no importa como reglamento, sino porque fue el primer intento serio en nuestro país de ponerse de parte de los humillados y ofendidos.
Se llamaba Esperanza y ya no será para nadie próxima estación. Los que la conocieron dicen que fue dura en sus principios. También para ella: delante de su casa está aparcado el "dos caballos" con el que recorrió toda España mientras pudo: su alto sueldo de profesora universitaria y los proyectos rentables en que intervino no dan para mucho cuando se está atenta a gastarlo todo en tantas causas de los demás. Todos le debemos algo: cualquier alivio que lleguemos a tener en el futuro de las durezas del cambio climático y la contaminación, seguro que tendrá una genealogía que nos llevará a sus esfuerzos científicos.
Porque consideró la libertad no como la posibilidad de elegir cada cuatro años, sino como la posibilidad real de que hasta el último de nuestros ciudadanos pueda, realmente, realmente, elegir cómo vive y cómo contribuye con su vida a la vida libre de los demás, cuelgo en LPDS, en su memoria, unos versos de Miguel Hernández, escritos en ese momento para su mujer, pero que los pongo aquí como si hubieran sido escritos pensando también en esa Libertad: siendo como fue, la idea no es descabellada.

Nadie me salvará de este naufragio
si no es tu voz, la tabla que procuro,
si no es tu amor, el norte que pretendo.

Mas eludiendo con ello el mal presagio
de que ni en ti siquiera habré seguro,voy, entre pena y pena, sonriendo.


Miguel Hernández

2 comentarios:

Miguel Marqués dijo...

Memoria, abrazos.

Lara dijo...

Esto es como una cadena de mentes dispersas e hiladas con un fino cable de cobre.
Nos quedó lejos a todos, no sé si llegamos muy tarde o es que todavía no hemos llegado, pero anoche hablábamos uno y yo por teléfono y en medio de las palabras esotéricas tuvo lugar la frase: "es como brindar por la república..." De vez en cuando hay que brindar por la república, esa escurridiza, como un conjuro, como un ocrán-sanabú...